Héctor Sampieri Rubach, director del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia en México
Director del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia en México

Ámbitos a explorar para dialogar con nuestra realidad


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En nuestro encuentro previo hemos comentado los detalles y características generales del modelo de coaching dialógico. Al iniciar la ruta de conocimiento de cada una de las metodologías presentes en el universo del acompañamiento personal, este ha sido un primer paso que buscaremos completar el día de hoy; la agenda para esta nueva oportunidad es ambiciosa: ¡buscaremos ampliar el horizonte de análisis a los ámbitos que configuran la exploración de los retos y desafíos de la persona desde el anhelo de desarrollarse como un “sujeto logrado”!



Pero para ello vamos por partes, primero ¿qué debemos entender por ámbito?

Podemos entender por ámbito el espacio de acción creativa que la persona experimenta respecto su propia existencia y el contexto en que esta se manifiesta. El ambiente que resulta de la relación diferencial y profunda entre el ser humano  y las realidades objetivas, pero también, aquellos intangibles que la realidad contiene y que todos podemos podemos descubrir y apreciar.

Un ámbito es un modo especial de relación con la realidad, donde los anhelos profundos del corazón pueden encontrar una expresión adecuada, que sea de utilidad a la persona para continuar el camino de su desarrollo personal y el logro de los objetivos de vida que persigue.

Y ahora, comprendido esto, ¿qué ámbitos explora en su acompañamiento el coaching dialógico?

El sentido

Esta metodología reconoce al ser humano, a la persona, como un ser libre, que se encuentra en constante búsqueda de sentido y que se descubre a sí mismo y se desarrolla en relaciones de encuentro. Por ello, el primer rubro a explorar en la relación con la realidad es justamente el sentido, significado o propósito, que las personas pueden construir a partir de aquello que experimentan de manera directamente personal.

Esta exploración inicial, a partir de preguntas que articulan el diálogo, nos permite descubrir los valores, las convicciones y las certezas, así como las relaciones cruciales que la persona experimenta, y que en conjunto representan un sustrato para el sentido de vida.

Ante un reto definido por la persona, en un proceso de acompañamiento, explorar el sentido que la persona brinda al propio desafío y a su aspiración de logro respecto al mismo, nos ayuda a conformar una mayor claridad para reconocer los pasos a realizar en la ruta del cambio y la mejora personal.

Ahondar en el sentido es vislumbrar el futuro posible, a partir de la decisión y convicción de cambio y mejora de la persona; es la construcción de un borrador de lo que puede ser si se trabaja para ello.

Cuando preguntamos por el sentido debemos procurar la conformación de una visualización posible de aquello que ocurriría si la persona alcanza ese reto, vence ese obstáculo y, en el camino, se transforma a sí mismo en una mejor versión personal. Esa visualización deberá ampliarse a las relaciones interpersonales y los sistemas a los cuales la persona pertenece.

El ser

No solo debemos explorar el futuro posible fundamentado en valores, propósito y sentido. El diálogo del acompañamiento, para ser profundo y significativo, debe asumir un encuentro con el presente vital de la persona. Con el “aquí” y el “ahora” frente al objetivo que se busca. Es la respuesta a la pregunta genérica: “¿qué tan cerca estoy de…?”

El sentido traza el horizonte; el ser, por el contrario, es una exploración que permite descubrir cómo la persona se contempla a sí misma, en pensamientos, sentimientos, emociones, convicciones, acciones y en ocasiones, creencias limitantes y erróneas sobre sí misma.

Es cierto que frente al reto que tiene por delante la persona puede experimentar frustración, deseo de cambio pero incertidumbre sobre cómo comenzarlo. Por ello verbalizar y articular el ser, lo que ocurre y trae el acompañado al diálogo, será vital para un proceso efectivo.

Es célebre, en el coaching por ejemplo, el contraste entre el mapa”, la percepción personal, y el “territorio”, la realidad misma que está por encima, pero rodeando, a la persona que busca el acompañamiento.

Debemos, mediante esta segunda exploración, ayudarle a la persona acompañada a descubrir qué de su percepción es coincidente con la realidad que le rodea y qué no lo es; y, por tanto, la percepción tendría que ajustarse a la realidad y no la realidad a la percepción. ¿Qué tan representativo es el mapa respecto al territorio?

Esta es un área siempre sensible del acompañamiento, pues todos nosotros tenemos incoherencias, diferencias, entre aquello que decimos, pensamos, sentimos y hacemos, y el trabajo del acompañamiento no es abrir más grietas y profundizarlas; debemos ayudarle a la persona, con servicio y tacto, a ir cerrando la brecha posible entre lo que percibe y la realidad que le rodea, para así dialogar adecuadamente con ella, y descubrir qué debe hacerse y cómo debe hacerse para alcanzar aquello que se desea en la propia vida.

El camino

Ya con un horizonte a seguir y con un diagnostico claro sobre la situación actual, otro ámbito a recorrer en términos de exploración, es justamente la ruta para asegurar el logro. Y esto es importante, porque debe concretar nuestras aspiraciones, ante nuestra situación actual, respecto aquello que sí está en nuestras manos poder resolver.

Es trabajo del que acompaña desde esta metodología de coaching, recapitular y presentar las alternativas de mejora que la persona acompañada está expresando en el diálogo.

¿Cuál puede ser el primer paso para ir del ser al sentido? ¿Cómo tendríamos que darlo? ¿Cuándo lo daríamos? ¿Quién y cómo podría ayudarnos? Son indicaciones para la ruta, que son tal vez tan valiosas como la ruta misma.

Explorar el camino es conocer las diferentes rutas de llegada a un destino posible, considerando también los vehículos que pueden acercarnos a nuestro destino. No solo es la senda, como se ha dicho, es la manera en que la recorro y de qué manera aseguro que sabré que sigo en la ruta correcta y no habré de perder el paso, ni el ritmo.

El que acompaña mirará el recorrido del acompañado, irá a su lado, pero nunca, en ninguna circunstancia, podría hacer las acciones y tomar las decisiones que la persona misma requiere o necesita.

Debemos alentar el gusto y el disfrute del camino mismo; la posibilidad de que la meta, como dice Michael Hyatt, un importante autor sobre liderazgo y productividad personal, no es lo más relevante, sino aquello que sucede en nosotros cuando nos encontramos en movimiento para lograr lo que queremos.

Sistemas y relaciones

Un ámbito transversal, que recorre los otros contextos, son las relaciones de calidad, o no, así como los vínculos, positivos o negativos, respecto el desarrollo personal, que el acompañado establece con su realidad y en medio de la misma.

Nadie va solo por el camino, vamos acompañados de otras personas y de grupos a los que pertenecemos y que, también, en pleno uso de su libertad, se encuentran buscando un propio sentido.

Participamos en relaciones que influimos y que nos influyen, que nos alimentan o nos desnutren. Sobre esta pertenencia a sistemas (grupos humanos definidos, como la familia, el trabajo, la parroquia, etc.) y de acuerdo a los roles que en ellos tenemos (ciertas funciones o responsabilidades que asumimos) debemos procurar  establecer una “mirada dialógica” que contemple lo que nos ocurre desde la clave de comunidad y no desde la óptica simplista de reconocernos como seres aislados.

Saber y descubrir, en esta exploración del proceso de acompañamiento, que la persona participa en sistemas definidos y cumple determinados roles, nos ayuda a profundizar el diálogo que ella sostiene con nosotros como acompañantes y con su realidad misma.

¿Qué pide de ti, en cuanto persona, la mejora de la relación que tienes con tu familia o con tus compañeros de trabajo frente al reto que deseas alcanzar? Podría ser, esta última pregunta, un ejemplo de cómo explorar la relación y el sistema en perspectiva al reto o desafío de aquella persona que nos ha permitido acompañarle en pos de su mejora personal.

Explorar sentido, ser, camino y relaciones, nos ayuda dentro del acompañamiento a acercarnos de mejor manera a la persona, a servirle de forma más adecuada y a alentarle a que siga la ruta que le permitirá alcanzar su mejor versión personal.

Me parece importante concluir hoy que esta estructura de exploración, que emplea el coaching dialógico, no es privativa del acompañamiento en términos de exclusividad, es un orden particular y efectivo que puede ser aplicado a cualquier conservación donde queramos provocar un verdadero encuentro interpersonal.

Nos leeremos pronto para profundizar en otra herramienta del universo del acompañamiento personal.

P.D. Ante una realidad muy compleja, como la que estamos viviendo en estas semanas de aparente” “vuelta a la normalidad”, podemos establecer un diálogo interno, con nosotros mismos, en cuanto acompañantes, que nos ayude a encontrar ese sentido, que ilumine nuestro ser, y que nos oriente por el camino a recorrer de la mano de las relaciones que nos sostienen en estos complejos momentos. Pedimos hoy, no solo por los médicos y el personal de salud, los enfermos y sus familias, por aquellas personas que están llamadas al servicio del otro. ¡Dios nos sostenga a todos!

*¡Hasta pronto y hasta siempre! *

@HazyAprende