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Pontificio Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. En Roma. El Papa inaugura el curso. Pasa casi desapercibido. Denuncia a la ideología de género y reivindica las “posibilidades efectivas” que ofrece Amoris laetitia. Nada nuevo bajo el sol, que no haya verbalizado antes. O tal vez sí para quienes le escuchan: no más ideas abstractas sobre la familia, la Iglesia está cerca de todos. Quienes programaron esta lectio magistralis convocaron al cardenal Sarah para que fuera el ponente. Y lo hicieron con voluntad. No juzgo si buena o mala. Pero con una dirección clara.

Sin embargo, alguien detectó ya hace unos meses que en este centro vaticano de formación abundaban esas ideas abstractas. Algo había que reformar allí, una obra que iba más allá de dar un par de manos de pintura para clarear una sala. Puestos a remozar de arriba a abajo el edificio wojtyliano, se echó mano de dos hombres de misericordia probada para estar al frente: Vincenzo Paglia y Pierangelo Sequeri. Y para que los catedráticos del instituto cogieran el pico y la pala, ficharon a un tal Bergoglio como conferenciante. Fin de la historia. O principio. Porque ahora se empieza edificar un centro de acogida en el que caben todas las realidades familiares, con puertas abiertas y espacios diáfanos, que no excluye ni solicita carné de identidad. No se ponen los cimientos de la nada. Los hay y muy sólidos. Ni se dinamita el pasado ni se tira por tierra la historia. Se construye desde la esencia. Con “posibilidades afectivas”. Bienvenidos a casa.

José Beltrán

Director de Vida Nueva España

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