Esta conciencia eclesial no se separa del creciente liderazgo femenino en la sociedad civil, más bien son realidades que se complementan, creando un círculo virtuoso de mayor apertura al aporte que brinda el “genio femenino”, expresión usada por primera vez por San Juan Pablo II en 'Mulieris Dignitatem', en diversos ámbitos eclesiales y seculares.