Haití, ¿y ahora qué?

(P. Román Espadas, S.J.- Correo electrónico) Acabo de leer en Vida Nueva (nº 2.692) el artículo ‘Haití resquebrajado y la Vida Consagrada herida’, junto con las otras informaciones sobre el terremoto.

Me parece muy buen enfoque el suyo: “El valor primero, que el Señor quiere, es el cuidado de la vida humana”. Hay que estar  “donde la vida está cuestionada, debilitada o destruida”. “Entendemos que nuestro sitio es la debilidad”. El Señor de la Vida “despierta en nosotros la sed de Compasión, Consuelo y Solidaridad”. “Nos falta saber qué (hacer)… y cómo (hacer)”. Esas dos preguntas son decisivas en esta trágica y dramática situación haitiana y en su esperanzador futuro… Ellas piden respuestas, acciones y modos de proceder radicalmente favorables a la vida presente y futura del pueblo haitiano…

Muy intimamente relacionadas con esas dos esenciales preguntas están las cuatro preguntas, también decisivas, de Paulo Freire. Ellas también nos piden respuestas y modos de proceder radicalmente favorables a la vida presente y futura del pueblo haitiano:

¿A favor de quién(es) estamos?

¿A favor de qué estamos?

¿En contra de quién(es) estamos?

¿En contra de qué estamos?

Paulo Freire propone estas cuatro preguntas  a lo largo de toda su vida y de toda su obra político-pedagógica con el muy humano y muy cristiano propósito de animar y de orientar lúcida y esperanzadamente el esfuerzo sanador y liberador de los buenos samaritanos que se comprometen solidariamente con los oprimidos, con los maltratados, con los heridos en todas partes, en Haití, hoy, mañana y siempre…

Yo soy un sacerdote jesuita. Soy cubano. Viví y trabajé catorce años (1978-1992) en la frontera dominico-haitiana. Estuve muchas veces en Haití. En esos años me creció el respeto, la admiración y el afecto por el pueblo haitiano. Siento con dolor profundo y solidario lo ocurrido, y lo que sigue ocurriendo. Deseo colaborar desde mi debilidad al cambio necesario y urgente. Haití quiere y necesita reconstruirse en libertad y con bienestar compartido. Haití quiere y necesita salir, con esperanza y con lucidez, del horror y del caos actual.

La vida y la muerte proféticas de Zilda Arns animan y orientan la esperanza y el esfuerzo del pueblo haitiano y de todos sus fraternos colaboradores, por reconstruirse humana y solidariamente: “Tuve la seguridad de seguir la metodología de Jesús: organizar al pueblo en pequeñas comunidades. Sentí que ahí estaba la metodología comunitaria…”. Metodología comunitaria que el P. Jean Hérick nos expresa también, con profética y haitiana esperanza: “La solidaridad: el nuevo nombre de Haití”.

Gracias a Luis Alberto Gonzalo-Díez, a José Miguel de Haro, a José María Arnaiz, a José Luis Celada, al P. Jean, a Zilda Arns y a Vida Nueva por preguntarnos ¿y ahora qué? Y por recordarnos tan esperanzadamente que “sólo la solidaridad levantará a Haití”.

En el nº 2.699 de Vida Nueva.

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