Pero no te olvides de Haití

MARÍA JOSÉ GARCÍA ANDERSON. MADRID | Estos días se cumplen dos años desde el terremoto que el 12 de enero de 2010 hizo que los habitantes de Puerto Príncipe, la capital de Haití, creyeran vivir el auténtico Apocalipsis. Las decenas de miles de muertos, heridos y desplazados, vistas las imágenes por televisión, nos pusieron la piel de gallina a todos. El impacto duró semanas, despertando una impresionante ola de solidaridad a nivel mundial. Pero todo eso ya pasó… ¿Y qué es hoy de Haití?

Lo recuerda, con mucho acierto, un reciente informe de Intermón Oxfam: cerca de 520.000 personas siguen sin hogar, cinco millones de metros cúbicos de escombros aún no se han retirado, la epidemia de cólera ha acabado con la vida de miles de ciudadanos, más del 70% de la mano de obra disponible está en paro o subcontratada, la educación y la sanidad son inaccesibles para un gran porcentaje de la población… En definitiva, aún queda muchísimo trabajo por hacer.

Aunque algunos de quienes se comprometieron en la tarea parecen haberlo olvidado –según datos de la ONU, aún faltan por recibirse el 43% de las ayudas prometidas desde la comunidad internacional–, Haití sigue necesitando muchas manos para salir adelante.

Ahora más que nunca es importante que escuchemos llamadas tan significativas como la que el caricaturista de El País, Antonio Fraguas Forges, lanza diariamente desde su mediático rincón: “Pero no te olvides de Haití”.

Como cristiana, me alegra que entre los que “recuerdan” esto, con el alma y con las manos, sean los muchos misioneros (religiosos, sacerdotes y laicos) e instituciones de la Iglesia que, presentes allí, se desgastan para que Haití tenga su oportunidad.

En el nº 2.784 de Vida Nueva.

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