Ese lenguaje, por favor…

(Ana Alemany– Palma de Mallorca) No me refiero ahora al de la mayoría de nuestros jóvenes… Estoy pensando en el que suele utilizar buena parte del clero y eso que hace tiempo que se oyen muchas voces sugiriendo la inculturación.

Soy profesora de Zoología y si ahora les digo que voy a hablarles sobre los metazoos enterocelomados con simetría pentarradial secundaria y cierre de blastoporo por isoquilia, imagino que los no iniciados en esos temas abrirían unos ojos como platos. Si en vez de usar ese estilo comienzo diciendo que voy a referirme a los equinodermos, bastantes  ya sabrán de que se trata. Pero si quiero que me entiendan todos, diré que voy a hablar sobre el grupo de animales al que pertenecen la estrella y el erizo de mar.

Una muestra es el párrafo, redactado por un sacerdote, refiriéndose al diaconado permanente (VN, nº 2.707) para justificar que no se puede ordenar a una mujer: “[…] todo diácono actúa sacramentalmente in persona Christi servi, de forma distinta, por tanto, al sacerdote, que actúa siempre in persona Christi capitis […]. Hay dos formas, por tanto, de impersonificación crística, pues Cristo no sólo es cabeza, sino siervo. El carácter de siervo es propio de Cristo, que es, asimismo, Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia. En consecuencia, si el diácono participa también del carácter esponsal de Cristo (quien fecunda a la Iglesia con su sangre, como atestigua san Pablo), es obvio, como conclusión teológica, que debe ser varón”. No debo haber entendido el argumento (aunque lo intuyo…), porque no sé cómo se llega a tal conclusión. Y no lo digo por el latín, que conste.

En el nº 2.710 de Vida Nueva.

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