Editorial

Hacia la unidad con los anglicanos

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Publicado en el nº 2.681 de Vida Nueva (del 31 de octubre al 6 de noviembre de 2009).

Los esfuerzos ecuménicos con la Comunión Anglicana van dando sus frutos. Aunque el anuncio de una respuesta positiva a la solicitud que en su momento hizo un grupo numéricamente significativo de anglicanos (laicos, obispos y sacerdotes) ha sido novedoso –y para algunos, sorpresivo–, no es nuevo el esfuerzo ecuménico de estos últimos años, desde el Vaticano II, aunque ese camino se haya visto interrumpido no pocas veces por algunas de las congregaciones ligadas al Primado de Canterbury. Particularmente significativo ha sido el trabajo de los tres últimos papas para dar pasos importantes con esta Iglesia nacida en el siglo XVI con condicionamientos políticos, no exentos de un patriotismo que se acentuó en los años del Imperio victoriano. Fue éste uno de los momentos más intensos en la exportación del modelo anglicano a diversas partes del mundo, particularmente en terrenos de misión.

No debe llamarse novedad a lo que ya hace tiempo se viene comentando en el mundo anglosajón, particularmente después de las últimas Conferencias de Lambeth, en donde se puso de manifiesto la división en aspectos doctrinales importantes y en algunos otros referidos a la disciplina eclesiástica. Benedicto XVI promulgará una Constitución Apostólica en la que se enmarcará la situación jurídica en la que queden estos fieles, la incorporación de varios aspectos litúrgicos y otras vías que faciliten la plena comunión, toda vez que este grupo ha mostrado su adhesión a los postulados del Catecismo de la Iglesia Católica, y más concretamente, a lo que se refiere al ministerio petrino. En la figura jurídica que se establezca, no se olvidará la necesaria relación con las distintas conferencias episcopales, no sólo del Inglaterra y de Gales, sino también en otros países en donde, aunque en número no muy elevado, sin embargo, sí tiene presencia muy extendida (es el caso de la importante colonia inglesa de la Costa del Sol).

No es que la Iglesia católica se haya aprovechado de lo que se ha llamado “debilidad” de la Comunión Anglicana. Se ha atendido a la libre opción de fieles que han encontrado en muchas instituciones católicas, principalmente de Inglaterra y Gales, un referente eclesial, moral y social que les ha hecho solicitar su adhesión a la fe católica.

La Iglesia católica tiene un reto de acogida y diálogo con estos cristianos, que enriquecerán la comunión y que recibirán de Roma todo el apoyo para lograrla. En este sentido, habrá que felicitarse por el aprovechamiento que, sin duda, se llevará a cabo en el amplio campo de las misiones.

En una declaración conjunta, los arzobispos de Westminster y Canterbury, respectivamente Vincent Gerard Nichols y Rowan Williams, han dicho que el anuncio de la Constitución Apostólica “acaba con un período de incertidumbre para los grupos que nutrían esperanzas de nuevas formas para alcanzar la unidad con la Iglesia católica”.

Se va abriendo el camino para la visita del Papa a Inglaterra el próximo año, en el curso de la cual se espera que beatifique al cardenal Newman, un símbolo de las conversiones y cuya figura está adquiriendo en estos días un relieve especial.