Editorial

El consuelo también está en los libros

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Publicado en el nº 2.624 de Vida Nueva (del 2 al 29 de agosto de 2008).

Los libros vuelven a ser protagonistas en este número veraniego que abre un paréntesis en el que, como es habitual, no acudiremos a la cita semanal con nuestros lectores. El libro se convierte, pues, en ese buen aliado para el descanso y las vacaciones estivales de cara a recuperar fuerzas para continuar el camino.
Una de las principales excusas para no leer con frecuencia, pese al cada vez mayor número de títulos publicados, suele ser que el exceso de trabajo y la falta de tiempo impiden la actividad lectora, considerada importante, por otro lado, y sobre la que no se advierte desdén alguno.

Durante el curso sólo hay tiempo para los libros que nos ayudan en el trabajo o que forman parte del mismo. La lectura por puro gozo y fruición queda en el cajón de asuntos pendientes, al lado de la ya habitual costumbre de amontonar volúmenes que creemos merecen la pena.

Nos faltan horas para adentrarnos en el placer de la lectura, para la incursión en los diversos mundos que nos depara y la aventura nacida de otras realidades que nos llegan a través de esas páginas de papel. Horas que, por otro lado, también devora el consumo televisivo; incluso la misma Red a través de Internet nos aboca a una actitud más pasiva. El tiempo que dedicamos a estas nuevas tecnologías se va imponiendo a la tarea de leer, porque leer es una tarea, placentera y sosegada, pero tarea al fin y al cabo. Ahora, aquellos que gozan de mayor tiempo de asueto y descanso, pueden entregarse con más ahínco al placer de una lectura que aporte puro gozo; verdad y conocimiento; o, simplemente, un tiempo para adentrarse en otros mundos en el ámbito de la narrativa, el teatro, la poesía o las peripecias viajeras a las que también el verano invita de forma especial, porque cada vez son mayores las ofertas de esta literatura de viajes.

En este número, Vida Nueva ha hecho un esfuerzo por contemplar el lado curativo de la literatura, el poder analgésico de las letras. Es en la literatura, en su campo y formas, en donde se plantean muchos de los grandes temas de la historia del pensamiento. Nos hemos acercado a diversos escritores, creyentes o no, y les hemos preguntado por aquello que nos inquieta y que nos puede ayudar. Nos hemos alejado en esta ocasión de textos y autores religiosos –que recuperarán su lugar el resto del año–, y nos hemos acercado a las inquietudes de otros literatos, a sus apreciaciones sobre el poder sanador de las letras (la enfermedad más peligrosa es la ignorancia) y a sus reflexiones sobre los grandes problemas que han sido, y son también, los nuestros. Todo está en los libros.

A ellos acudimos un verano más. Las novelas no pretenden decir la verdad de lo que son las cosas, sino que buscan encontrar un sentido para lo que nos pasa: nos dan la vida, nos acercan y nos encierran en ella. Libros, al fin y al cabo, en los que hemos aprendido acerca del prójimo, el amor, la libertad, la responsabilidad, el compromiso. “Leer no nos separa del mundo. Nos introduce en él de manera diferente. Lo más íntimo tiene que ver con lo más universal, y eso modifica la relación con los otros”. Los libros, al fin y al cabo, nos humanizan.