Operación reciclaje: la conversión de los obispos españoles

obispos españoles en una celebración durante unos ejercicios espirituales

El estilo Francisco se palpa en la CEE: se esquina la confrontación y se impone la colegialidad

obispos españoles reunidos en Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española rezando

JOSÉ LORENZO | Viven los obispos españoles instalados en una doble perplejidad. Tratando, por un lado, de ahormarse a los acentos de Francisco, a la conversión pastoral que les ha reclamado a ellos y a todos los obispos; y, por otro, buscando su lugar en una sociedad que les hace oídos sordos y que vive una grave crisis política que socava el prestigio de las instituciones, entre ellas, la Iglesia, objeto recurrente de decisiones y proclamas que suenan a aquello de “ponerla en su sitio”. Perplejidad que se puede resumir en una frase que dejó el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez, en una entrevista en COPE: “No entiende uno tantas cosas…”.

No les preocupa a los obispos que, como se dice de manera simplista, vayan a quitarles “los privilegios” y que se enarbole la denuncia o revisión –que se usa según el grado de encono– de los Acuerdos Iglesia-Estado. De hecho, lo dijo también el cardenal arzobispo de Valladolid en la cadena de emisoras de la Iglesia: “Pueden ser y deben ser revisados si es necesario, pero da la impresión de que es un latiguillo, un recurso fácil”. Incluso un arzobispo que reclama el anonimato reconoce a esta revista que hay algunos puntos en estos tratados internacionales firmados con la Santa Sede que están “desfasados”.

No, no es ese el problema. “La mayor preocupación de los obispos no somos nosotros mismos ni la situación en la que pueda quedar la Iglesia. Lo que nos preocupa muchísimo es este momento de incertidumbre que vive el país. Solo un dato: de los más de 800.000 nuevos votantes mayores de 18 años que ejercieron su derecho en las elecciones del pasado 20 de diciembre, la mayoría lo hizo a Podemos, cuando cualquiera sabe que ese partido supone el canto del cisne y que Pablo Iglesias no es ningún ingenuo”, señala un obispo, también con la condición del anonimato.

“Después de tantas amenazas y anuncios [contra la Iglesia], finalmente, en el discurso para votar la investidura de Pedro Sánchez, la referencia que se hizo sobre la laicidad del Estado fue residual. Otra cosa sería si quien entrase a gobernar fuese Podemos”, indica otra fuente eclesial. Es el miedo a que la “nueva política” reabra heridas, a repetir errores del pasado.

Resistencias internas

Todas estas cuestiones fueron tratadas detenidamente en la reunión de la Comisión Permanente de los obispos, celebrada los días 23 y 24 de febrero. Dos días intensos en los que se materializó la otra perplejidad en la que aún viven algunos obispos: las resistencias internas tras el cambio de liderazgo, con una nueva cúpula en la CEE que, como define una de las fuentes consultadas, está “alineada con el papa Francisco, con su exhortación Evangelii Gaudium y con Iglesia, servidora de los pobres”, el primer documento aprobado en una Plenaria de la era “postRouco”.

El “tono diferente” es una de las diferencias con la etapa precedente, y viene dada por el deseo de ser esa Iglesia en salida que reclama el Papa, y con el talante de los pastores que la lideran, que apuestan por rebajar el grado del enfrentamiento –como están haciendo Carlos Osoro y Juan José Omella en dos plazas tan delicadas como Madrid o Barcelona, donde gobierna la “nueva política”–; por adoptar posturas de manera colegiada; y por abrirse a alianzas con el resto de confesiones, como se vio con la nota conjunta con musulmanes, evangélicos y judíos en defensa de la libertad religiosa, que hicieron pública justo al acabar esa Permanente.

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