La amenaza de Boko Haram asfixia el noreste de Nigeria

Su estrategia de violencia desatada recuerda a la del Estado Islámico en Irak y Siria

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | La violencia desatada de Boko Haram forma parte de una estrategia preconcebida cuyo fin es hacerse con el control total del noreste de Nigeria, que pasaría a ser un Estado independiente regido por la sharia.

Así lo denuncia, en declaraciones a Fides, Patrick Tor Alumuku, director de Comunicaciones de la Archidiócesis de Abuja. Por su experiencia directa, este sacerdote establece un paralelismo con la situación de barbarie implantada en los últimos meses por los terroristas del Estado Islámico en Irak y Siria.

Según Alumuku, la secta islamista nigeriana inició su oleada de atentados con la idea de que:

Durante al menos dos años, había que minar la moral del pueblo y los militares a través de una serie de ataques cada vez más espectaculares.

Así, “comenzaron atacando escuelas por el simple hecho de no querer aquí ninguna educación occidental. Después, se dirigieron también contra las comisarías de policía, para luego atacar ya cuarteles del ejército y las sedes de las autoridades”. Mientras tanto, abunda, ponían continuamente bombas en mercados y en otros espacios concurridos para ahuyentar a la población.

Atentado de los Boko Haram.

Atentado de los Boko Haram.

En definitiva, se trataría de un plan que buscaría forzar la huida de los ciudadanos locales no partidarios de su visión radical del islam –religión mayoritaria en la parte septentrional del país, siendo el sur cristiano–. Una acción en la que los cristianos quedan marcados como diana preferente para infundir miedo al resto. De ahí los muchos ataques contra los templos y sus fieles, que acabarían huyendo al sur o, sobre todo, cruzando la frontera con Camerún.

Precisamente, el país vecino ha sido señalado por Boko Haram como su próximo objetivo, atacando sus milicianos ciudades fronterizas como Ashigashiya, Gamboru Ngala, Fotokol o Kolofata. Sin embargo, como denuncia Fides, las autoridades camerunesas están analizando una hipótesis alternativa según la cual algunas de las acciones corresponden a una guerrilla islamista local que aprovecha la acción de Boko Haram para impulsar sus propios ataques.

Sea como fuere, lo cierto es que, según continúa la denuncia de Alumuku, la estrategia de conquista de la secta islamista nigeriana está teniendo éxito y, progresivamente, el noreste del país se va vaciando de población, por lo que la toma de ciudades les resulta cada vez más fácil. En los últimos meses, ya han caído en sus manos hasta una docena de ciudades de los estados de Borno y Adamawa. Precisamente, al tomar uno de los enclaves más significativos, Gwoza (lo que originó la huida de unos 11.000 desplazados), el líder del grupo, Mohamed Yusuf, se congratuló de que la ciudad ya formaba parte del “Estado islámico”, un concepto hasta ahora no utilizado por él y que, como teme el sacerdote de Abuja, les asemejaría a los fundamentalistas que pretenden establecer un “Califato” en Irak y Siria.

Manifestación en Nigeria.

Manifestación en Nigeria.

Respecto a esta posible conexión internacional, Alumuku señala que:

Se ha descubierto que la financiación a Boko Haram vino de la Península Arábiga a través de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

Además del apoyo económico y en armas (provenientes, según él, de arsenales libios), advierte que hay miembros de guerrillas que, tras combatir en Malí, hoy forman parte de la estructura del grupo.

 

Crisis humanitaria

Mientras la estrategia de conquista de Boko Haram incrementa día a día su grado de violencia, sus víctimas no tienen otro remedio que abandonar sus hogares y huir, mayoritariamente, a la frontera con Camerún. Precisamente allí, en las ciudades que marcan la separación entre los dos países, se está viviendo una crisis humanitaria de enorme gravedad, con alrededor de 30.000 ciudadanos, tanto nigerianos como cameruneses, que se han visto forzados a emigrar y que no tienen a dónde dirigirse.

La ausencia de alternativas en el noreste del país viene marcada por la incapacidad del ejército de frenar el avance islamista. Un ejemplo se vivió en Kerawa, en el Estado de Borno, donde han sido asesinadas al menos 60 personas, en su mayoría cristianos. Como advierten diversos expertos, de caer Maidugiri (capital de Borno) en manos de los rebeldes, la situación sería ya agónica.

En el nº 2.908 de Vida Nueva

 

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