Bogotá acogió referentes eclesiales de trata de la red Clamor: “La vida no es una mercancía”

Presentaron el libro ‘Dejarlo todo atrás’, una compilación de “relatos de personas que se ven forzadas a huir de Centroamérica y México”

“La vida no es una mercancía”. Es el lema que la red eclesial de refugio y migración Clamor adoptó desde 2022 para su campaña contra la trata, cuyo impacto se siente en las principales ciudades de América Latina y el Caribe.



Para evaluar el camino recorrido y escuchar testimonios a viva voz de víctimas de este flagelo, Clamor ha reunido a sus referentes y redes de vida consagrada, en Bogotá, del 24 al 27 de octubre.

Elvy Monzant, secretario ejecutivo de Clamor, explicó a Vida Nueva que tras la VI asamblea “realizada en septiembre” se decidió profundizar en el tema de la trata de personas, por lo que “convocamos a este encuentro para “hacer un discernimiento de los signos de los tiempos que marcan la realidad de este delito”.

“Compartimos experiencias no sólo con quienes trabajan en el acompañamiento de las víctimas, sino que escuchamos el testimonio de sobrevivientes de este flagelo”. Para el laico venezolano han decidido emprender “acciones concretas y comunes para el 2024 animando a la Iglesia a asumir el combate contra la trata de seres humanos como dimensión constitutiva de la tarea evangelizadora”.

Drama en Centroamérica

En el marco de este encuentro han lanzado el libro “Dejarlo todo atrás”, una compilación de “relatos de personas que se ven forzadas a huir de Centroamérica y México, que hemos realizado en conjunto con el Alto Comisionado de NAciones Unidas para Refugiados (Acnur)”, explicó Monzant.

La investigación ha estado a cargo de Andrea Bolaño. El secretario ejecutivo de Clamor apuntó que el fenómeno de la migración ha aumentado en este corredor por “el crecimiento de la pobreza, las injusticias, la violencia, así como crisis e inestabilidades políticas que generan violaciones a derechos humanos, limitando las oportunidades a desarrollar una vida digna y en respeto a los derechos fundamentales”.

“Todos escuchamos hablar acerca de las personas en movilidad humana se habla de cifras, del migrante como un número, por eso en esta publicación nos adentramos en el corazón de historias de personas de carne y hueso, no de datos fríos, escuchamos a hombres, mujeres, niñas, niños y familias enteras en desplazamiento”, acotó.

En tiempos de sinodalidad la escucha es un imperativo, quienes atienden las casas de acogida de la Iglesia lo hacen a diario y “reciben a estos hermanos en esos ‘oasis’ de paz y de amor, donde pueden reponerse un poco del camino andado, a través del trabajo de sacerdotes, laicos y, sobre todo, religiosas, consagradas a este ministerio”.

Rumbo al norte

Esta publicación se basa en el contexto de movilidad humana registrado en 2020 y 2021, cuando de un perfil de hombres jóvenes, que “eran quienes mayoritariamente emprendían el camino, se evidenció un aumentó en el movimiento de familias enteras, muchas de ellas con hijas e hijos menores de edad, algunos muy pequeños”.

“Las razones de este cambio pueden ser muchas, pero una de las más importantes está asociada a las expectativas y desinformación que circuló en países de Centroamérica acerca de cambios en algunas políticas migratorias de Estados Unidos”, acotó Monzant.

Estas personas “no tenían más opciones”, fueron víctimas de la desinformación creyendo que si viajaban con sus hijos menores de edad, tendrían más oportunidad de acceso al territorio y el asilo en los Estados Unidos”.

Por ello, “pegados a esa ilusión, cientos de familias vendieron todo, empacaron mochilas y se lanzaron con o sin coyote rumbo hacia el norte”. Según cifras del U.S Customs and Border Protection, entre febrero y marzo de 2022, el número de personas, que viajaron en unidades familiares y fueron encontradas en la frontera sur de Estados Unidas, aumentó en un 148,3%, mientras que el de personas adultas solas aumentó en un 44,9%.

Al finalizar el encuentro, se han propuesto a afianzar el trabajo en red mediante la publicación de diferentes productos didácticos y comunicaciones. Lo importante – plantea Monzant – será hacer pedagogía para que “la gente tome conciencia de este grave problema”.

Tienen previsto el diseño de “producciones audiovisuales e historias de vida que muestren los frutos de la articulación entre las redes al servicio de las víctimas del tráfico de personas” como “juegos didácticos, la redacción de un guión de teatro que sensibilice y forme a poblaciones vulnerables”.

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