El cardenal arzobispo de Newark, Joseph William Tobin, admitió hoy que “la exclusión de las personas por su orientación sexual es uno de los mayores desafíos en América del Norte, que requiere una reflexión adicional”. Así se expresó hoy, en el transcurso de la rueda de prensa del Sínodo de la Sinodalidad, al ser preguntado por la acogida al colectivo LGTBI, uno de los puntos que aparece en el Instrumentum Laboris y que tendrá que abordarse en la reunión vaticana.
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Tobin apuntó al respecto que “en Newark tenemos una hermosa catedral, pero es más hermosa con las puertas abiertas”. “¡La Iglesia es más hermosa cuando las puertas están abiertas!”, insistió.
Unidad en la diversidad
Sobre la diversidad de voces en la asamblea, reconoció que “somos diferentes, pero no necesariamente divididos, podemos enriquecernos mutuamente”. A la vez, admitió que se trata del Sínodo más diferente de los siete en los que ha participado y subrayó que hay “libertad para discutir”.
“Nadie está atado, esposado, somos hermanos y hermanas”, comentó justo después y recordó que, en cualquier caso, las reflexiones que surjan en esta asamblea deberán completarse con las que nazcan de la que se celebre el próximo año. Además, subrayó cómo “el Papa Francisco escucha con mucha atención, está notablemente bien informado y garantiza la unidad de la Iglesia“. “Es el valor del silencio para escuchar al Espíritu. Es un proceso que continúa todos los días”, apostilló.
Con la misma naturalidad afrontó la pregunta sobre el malestar entre los católicos que han visto reducidas la posibilidad de celebrar la misa tridentina. “Las personas que aman la misa tradicional todavía tienen oportunidades de asistir a ella”, subrayó el purpurado, aunque reconoce que esas restricciones han “causado mucho dolor” para algunos. En cualquier caso, defendió que “no creo que hayan sido desterrados de la Iglesia católica”.