Educar para la paz, en ecología integral y con humanización de lo digital. Son las tres vías de acción que Francisco propone con motivo del Día Internacional de la Alfabetización que se celebra hoy y que coincide con el arranque del curso escolar en Europa y con una conferencia mundial organizada por la UNESCO en París. A través de una carta firmada por el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, Francisco denuncia que las cifras de quienes no tienen acceso a la educación “siguen siendo alarmantes y esto representa un obstáculo para el pleno desarrollo de su potencial”.
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Para el pontífice argentino, “la enseñanza y el aprendizaje de la alfabetización tienen un papel central y primordial en el desarrollo de cada persona, en su integración armoniosa en la comunidad y en su participación activa y efectiva en el progreso de la sociedad”. Desde ahí, se muestra convencido de que “nuestro mundo necesita las habilidades y la contribución de todos para afrontar mejor los desafíos de nuestro tiempo”.
El valor del diálogo
Entre las reflexiones que comparte en la misiva, se encuentra la necesidad de apostar por un lenguaje que abandone el belicismo: “En un mundo desgarrado por conflictos y tensiones, es fundamental no acostumbrarse al vocabulario de la guerra y la discordia”. Esta pedagogía de la concordia pasa, para el Papa, por permite “recuperar el valor del diálogo, la práctica de la bondad y el respeto por los demás”. “Así como puedes herir a una persona, a un familiar, a un amigo con palabras duras y gestos vengativos, también puedes dejar de hacerlo”, expone Jorge Mario Bergoglio.
Por otro lado, el texto también hace hincapié en reducir “la amplia brecha digital en la que millones de personas permanecen al margen porque se ven privadas de acceso no sólo a bienes esenciales sino también a tecnologías de la información y las comunicaciones”. No se le escapa al Papa que “en las ‘autopistas digitales’ muchos se ven afectados por la división y el odio”. Con este punto de partida, hace un llamamiento a los poderes públicos para que pongan en marcha “políticas y leyes destinadas a fomentar la adquisición de competencias digitales” que “no descuiden la reflexión ética más amplia sobre el uso de algoritmos, orientando su uso de las nuevas tecnologías hacia un camino responsable y humano”.
No se olvida Francisco de compartir otras de sus preocupaciones constantes: educar en una ecología integral frente a la “cultura del desperdicio”. Francisco insta a “promover con paciencia y tenacidad el aprendizaje de comportamientos más sobrios y solidarios que, además de tener un impacto directo sobre el cuidado del prójimo y de la creación, puede inspirar a largo plazo una política y una economía verdaderamente sostenibles para la calidad de vida”.
