Cardenal Cristóbal López: “Tengo vergüenza de la política migratoria de la Unión Europea”

El arzobispo de Rabat lamenta que “no se haga nada por organizar una emigración positiva, regulada y legal”

El cardenal salesiano Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat y colaborador de Vida Nueva, ha declarado que “como ciudadano europeo, tengo vergüenza de la política migratoria de la Unión Europea”. “Es egoísta, mezquina e hipócrita. Sé que no es una situación fácil de afrontar, pero es vergonzoso que solo se tomen medidas represivas y policiales, y no se haga nada por organizar una emigración positiva, regulada y legal”, rechaza en una entrevista en El Periódico de Ceuta.



El purpurado lamenta que “se reconoce en Europa la necesidad de incorporar mano de obra, pero no se toman medidas para hacerlo ordenadamente: sólo se reprime a quienes quieren llegar”. A esto añade que “la tercerización del control de las fronteras europeas a través de acuerdos (generosamente pagados) con los países del norte de África es una vergüenza y una gran hipocresía de parte de Europa. La responsabilidad de controlar las entradas de personas a España y a otros países europeos corresponde a dichos países, no a Marruecos ni a Túnez ni a Libia. Pagar a estos países para que hagan el trabajo sucio de impedir las llegadas a Europa, y tener después incluso la caradura de acusar a estos países de no respetar los derechos humanos, es la más grande hipocresía de parte de un continente que pasa por ser la reserva moral de la humanidad”, denuncia.

Construir fraternidad

Relatando la realidad que encuentra lamenta que “el joven marroquí se siente como un prisionero en su país”. Por eso, destaca que “la Iglesia como tal asume la defensa de los más vulnerables, acogiéndolos, protegiéndolos, promoviéndolos e insertándolos, siempre en la medida de sus posibilidades”. Poe eso reclama que los países deberían reunirse para buscar soluciones en profundidad: favorecer el desarrollo de los países pobres, abrir y facilitar canales de emigración legal, emprender campañas de sensibilización adecuadas en los países de origen y de destino, reprimir más fuertemente las mafias que aprovechan y fomentan esta situación” ya que la emigración es una respuesta a la difícil situación.

Para el cardenal la Iglesia de Marruecos trata de construir el “Reino en un ambiente islámico, no en oposición a los musulmanes, sino con los musulmanes y con todas las personas de buena voluntad”. Por eso, destaca, su mensaje es que “es posible vivir en amistad y en fraternidad entre cristianos y musulmanes; no somos contrarios, ni adversarios ni muchos menos enemigos. Esto no es una idea: es una experiencia vivida en el día a día”.

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