Cardenal Poli: “La inflación asfixiante de la Argentina hace inalcanzable el pan y genera miseria”

El arzobispo de Buenos Aires afirma que para reconstruir la Nación que nos duele a todos se necesitan actitudes solidarias y fraternas

El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, Mario Poli, recibió a los peregrinos en el Santuario de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo.



Aseguró que quienes llegaron hasta allí saben que, aunque se les cerraron muchas puertas, se abren las del Santuario para encontrarse con el patrono que intercede ante Jesús para que todos reciban las gracias materiales y espirituales.

¿Y quién es mi prójimo?

El Cardenal se refirió a la parábola del Buen Samaritano, la lectura del día que cuenta un hecho de violencia, “y no deja de sorprendernos, por parecerse a los que suceden a diario en nuestros barrios”. El personaje es un hombre corriente que lleva lo necesario para el viaje, creía en Dios y practicaba su fe. Alcanza a ver el cuerpo tendido de un semejante, se acercó y se comprometió. Luego, siguieron los gestos delicados para el desconocido en desgracia. Priorizó lo que consideraba impostergable: se puso al servicio de su prójimo.

“El samaritano se dejó llevar por el primer sentimiento del corazón, que es el bueno, el gratuito y solidario, sin cálculos ni vueltas”, indicó el arzobispo. Trató al desconocido con una regla de oro en las relaciones humanas que nos dejó Jesús en el Evangelio (Mt 7,12). Encontró a aquella persona con signos vitales y se puso al servicio del derecho a la vida.

“Dejémonos interpelar por la parábola, capaz de poner de manifiesto las actitudes solidarias y fraternas que nos permitan reconstruir esta Argentina que nos duele a todos“.

Mirada solidaria

Poli señaló que el ejemplo del Buen Samaritano nos devuelve una mirada solidaria de la realidad, no para escandalizarnos, sino para conmovernos y comprometernos. Mientras tanto, pedimos por el pan de cada día como nos enseñó Jesús, que “diariamente se hace más inalcanzable a causa de la inflación asfixiante que padecemos y que genera miseria”.

Asimismo, cuestionó: ¿cómo no pensar en la cantidad creciente de hermanos que se acercan cotidianamente a los comedores, en los adultos mayores que no pueden comprar sus medicamentos, en las familias cuyos ingresos son cada vez más insignificantes?. Reafirmó, lo dicho por la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina recientemente: «El pan que se pide para todos, el que se logra con el propio trabajo, es un clamor de justicia».

El arzobispo porteño parafraseó al papa Francisco en Fratelli Tutti, quien señaló que «Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano».

Los “Cayetanos” anónimos

El Cardenal reconoció la presencia de muchos ‘Cayetanos’ anónimos, que no pasan de largo ante el dolor de los que están a la vera del camino de la vida. Hay que agradecer al cielo por los samaritanos de nuestros días que comparten su tiempo y sus bienes, y sin medir sacrificios, y renuevan en el cuerpo social el anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de cada ser humano.

“Cuando pasemos frente a la imagen de San Cayetano, confiemos nuestras necesidades y no olvidemos pedir por la patria de todos. Él, desde la comunión de los santos, siempre estuvo presente en los momentos difíciles de nuestra historia nacional y permanece fiel y solícito como buen samaritano atento por la felicidad de sus amigos”, afirmó el arzobispo.

Finalmente, señaló que los fieles también buscan los ojos de la Virgen de Luján y piden su maternal bendición. Ella sabe de dolores y es Madre solidaria y cercana al sufrimiento de sus hijos.

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