Francisco resitúa al Opus Dei y lleva a cabo una puesta a punto en el marco eclesial y vaticano. Así se desprende de la carta apostólica ‘Ad charisma tuendum’, firmada el pasado 14 de julio, pero publicada hoy por la Santa Sede. A través de este ‘motu proprio’ el Papa adopta medidas tales como el hecho de que la realidad eclesial creada por José María Escrivá de Balaguer tendrá que rendir cuentas de forma anual a la Santa Sede y no de forma quinquenal como hasta ahora.
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Otra de las novedades más significativas, es que el máximo responsable de la Obra, equivalente al superior general de una congregación o familia carismática, no será obispo. De hecho, en no pocos foros eclesiales se preguntaban hasta ahora el porqué no se había ordenación episcopal para el actual prelado, Fernando Ocáriz, cuando si lo fueron Javier Echevarría y Álvaro del Portillo. La respuesta está en el artículo 4 del nuevo motu proprio, que concreta que, a partir de ahora, “el prelado no será condecorado ni insignificante del orden episcopal”.
Eso sí, en el artículo siguiente, Francisco sí plantea que “se le concede, en razón de su cargo, el uso del título de protonotario apostólico supernumerario con el título de reverendo monseñor y por tanto puede usar la insignia correspondiente a este título”.
Cuatro décadas de Prelatura
De esta manera, Jorge Mario Bergoglio matiza la constitución apostólica ‘Ut sit’ aprobada por Juan Pablo II en 1982, cuando erigió la Prelatura del Opus Dei, con el objetivo de sintonizar su carisma y misión “con las enseñanzas de la eclesiología conciliar”.
En este sentido, el pontífice argentino también argumenta que busca el encaje de este movimiento con la constitución apostólica ‘Praedicate Evangelium’ de reforma de la Curia. Por ello, a partir de ahora, el Opus Dei dejará de depender de la Congregación para los obispos para situarse en el paraguas del Dicasterio para el Clero que además “evaluará las cuestiones afines con los demás Dicasterios de la Curia Romana”.
Y es que, además de los sacerdotes, el Opus Dei cuenta con una realidad de sacerdotes, numerarios, supernumerarios, agregados -que podrían de alguna manera asimilarse a los consagrados de otras instituciones eclesiales- y demás laicos más que significativa. De hecho, hoy por hoy, se calcula que cuentan con más de 100.000 personas que conforman en esta realidad eclesial, con unos 2.000 presbíteros vinculados a ella.
