José Rodríguez Carballo insta a “agarrar al toro por los cuernos” y afrontar las causas de abandono en la Vida Consagrada

“Agarrar al toro por los cuernos y enfrentar el problema para evitar que la Vida Consagrada pierda vitalidad y energía”. Este ha sido el llamamiento de José Rodríguez Carballo, OFM, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), en la presentación del documento ‘El don de la fidelidad. La alegría de la perseverancia’, que ha tenido lugar hoy, 10 de diciembre, y ha sido retransmitido desde el Auditorium Antonianum.



“Desde hace tiempo se habla de crisis en la vida religiosa”, ha señalado el franciscano “y, para justificarlo, se habla del abandono, que minimiza el número de vocaciones y que, si continúa en este sentido, pone en peligro la vida de algunos institutos, aunque no de la Vida Consagrada”.

En este contexto, Rodríguez Carballo ha invitado a “hacer un análisis sereno y detallado que tenga en cuenta las distintas situaciones” para evitar, de esta manera, “caer en juicios superficiales que corren el riesgo de no responder a la realidad”. Sin embargo, el secretario de la CIVCSVA reconoce que es cierto que esta “hemorragia” de los abandonos “preocupa” dentro de la Iglesia. “Continúa, no se para, y esto indica que nos encontramos ante una crisis de mayor envergadura en la que se cuestionan algunos puntos concretos donde se asienta la Vida Consagrada”.

Detener la ‘hemorragia’

“Admito la gravedad del fenómeno”, ha continuado, “pero, personalmente, no quiero considerar normales tantos abandonos”, como tampoco cree que los “condicionamientos socioculturales” sean la única causa del mismo. Al contrario, ha animado a los consagrados a afrontar la realidad y trabajar para que la ‘hermorragia’, como la ha definido el papa Francisco, se detenga.

“Fidelidad y perseverancia caminan juntas, como revela el título del documento que hoy presentamos”, ha afirmado. “Son dos caras de la misma moneda. La fidelidad es un don de Dios que encuentra en Cristo su mayor expresión, mientras que la perseverancia es la respuesta mantenida a lo largo del tiempo”.

Así, ha recordado que las escrituras muestran unas pautas para mantenerse firmes en la fidelidad y la perseverancia: “acoger la palabra, escuchándola con un corazón íntegro y bueno como lo hizo María; mantener el corazón y la mente fijos en Él; la oración incesante, como hizo Jesús; y fomentar la memoria viva, capaz de renovar los carismas, y la esperanza”.

Del mismo modo, ha señalado como posibles causas en la raíz de los abandonos cuando las motivaciones para entrar a la Vida Consagrada “o están alentadas por la fe”, así como una afectividad mal gestionada, los conflictos o la religiosidad mal entendida. “La afectividad, por ejemplo, podemos verla en relación hacia nosotros mismos o hacia la autoridad”, ha explicado. “Hacia nosotros mismo puede manifestarse en la huída o en la agresividad; y hacia la autoridad, cuando entra en crisis, se manifiesta en la sumisión ciega”, ha dicho. “Esto, por mi experiencia en el dicasterio, veo que es un problema real, pero esta no es la obediencia evangélica”, ha aseverado.

Cómo afrontar las causas

En cuanto a los datos de abandonos, “la principal causa es la falta de vida espiritual, que se manifiesta, entre otras cosas, en la falta de oración personal”, ha apuntado. “También está la pérdida del sentido de pertenencia, de comunidad… Así como los problemas afectivos, en los que puede haber enamoramiento, la violación del voto de castidad o problemas afectivos que incidan en la vida comunitaria, provocando conflictos”, ha explicado.

Por otra parte, y en busca de una explicación a estos abandonos, Rodríguez Carballo ha señalado que “la postmodernidad ha dejado un mundo de profundas transformaciones. Hay cambios culturales, una mayor complejidad y pluralidad en los modelos de vida y comportamiento (desorientación, incerteza, dudas, falta de referentes claros, dificultad para diferenciar lo esencial de lo secundario…)”. Al mismo tiempo, “es un tiempo de mercado, en el que todo se mide según su utilidad, y hay una creciente mentalidad superficial e individualismo”. “Los jóvenes que tocan a nuestra puerta han vivido en esta sociedad”, ha matizado.

Por todo ello, “la crisis no viene únicamente de la vida consagrada y sacerdotal, sino que la encontramos en las familias y en la cultura de lo provisional”. Sin embargo, no todo tiene que ver con esto. “Buscando una explicación, debemos preguntarnos ¿cómo somos los institutos a los que llegan los y las jóvenes?. Nuestra cultura no ayuda a una opción definitiva, por lo que la formación debe dar respuesta a esto, así como dar un camino personalizado”.

“Debemos sabernos como una minoría, que no busquemos privilegios sino servicio”, ha subrayado. Por este motivo, ha instado a prestar especial atención al cuidado pastoral de las vocaciones. “No es el número lo que salvará la vida consagrada, sino el significado evangélico”, ha aseverado. “Por lo tanto, la propuesta tiene que ser sincera. Darles la capacidad de reconocer sus derechos y deberes, enseñarles a amar la vida en comunidad (menos poesía y más realismo), así como a tener una vida sobria y esencial y una espiritualidad fuerte, siempre en busca de Dios”.

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