El papa Francisco explica por fin por qué no aprobó la ordenación de hombres casados tras el Sínodo de la Amazonía

El papa Francisco, en una misa con motivo del Sínodo

El papa Francisco desvela por primera vez por qué no aprobó la ordenación de hombres casados, conocidos como ‘viri probati’, al concluir el Sínodo sobre la Amazonía en octubre. “Hubo una discusión, una discusión rica, una discusión bien fundada, pero sin discernimiento, que es algo más que llegar a un consentimiento bueno y justificado o mayorías relativas”, afirma el Pontífice, según unas notas compartidas en La Civiltà Cattolica con el también jesuita Antonio Spadaro.



“Debemos entender que el Sínodo es más que un Parlamento; y en este caso específico no pudo escapar a esta dinámica. Sobre este tema fue un Parlamento rico, productivo e incluso necesario; pero no más que eso. Para mí esto fue decisivo en el discernimiento final, cuando pensé en cómo hacer la Exhortación”, recalca Jorge Mario Bergoglio.

Durante su reflexión, Francisco reconoce que, a veces, el “mal espíritu” acaba “condicionando el discernimiento, favoreciendo posiciones ideológicas (de ambos bandos), favoreciendo conflictos agotadoras entre sectores y, lo que es peor, debilitando la libertad de espíritu tan importante para un viaje sinodal”.

“Atrincherarnos en nuestra verdad no ayuda”

En este caso hay “un ambiente que acaba por distorsionar, reducir y dividir la sala sinodal en posiciones dialécticas y antagónicas que no ayudan en nada a la misión de la Iglesia. Porque todo aquel que se atrinchera en ‘su verdad’ acaba siendo prisionero de sí mismo y de sus posiciones, proyectando sus propias confusiones e insatisfacciones en muchas situaciones. Así, caminar juntos se vuelve imposible”.

Para el Papa, “una de las riquezas y la originalidad de la pedagogía sinodal radica precisamente en salir de la lógica parlamentaria para aprender a escuchar, en comunidad, lo que el Espíritu dice a la Iglesia; por eso siempre me propongo guardar silencio después de un cierto número de intervenciones. Caminar juntos significa dedicar tiempo a la escucha honesta, capaz de hacernos revelar y desenmascarar (o al menos ser sinceros) la aparente pureza de nuestras posturas y ayudarnos a discernir el trigo que siempre crece entre la maleza. Quien no ha realizado esta visión evangélica de la realidad se expone a amarguras inútiles. La escucha sincera y orante nos muestra las ‘agendas ocultas’ llamadas a la conversión”.

“¿Qué sentido tendría la asamblea sinodal si no fuera a escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia?”, se pregunta Bergoglio para luego rematar: “Me gusta pensar que, en cierto sentido, el Sínodo no ha terminado. Este tiempo de aceptación de todo el proceso que hemos vivido nos desafía a seguir caminando juntos y a poner en práctica esta experiencia”.

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