Un verano especial para la parroquia de la Cañada Real

  • Tras incendiarse su cubierta el 23 de mayo, esperan volver con normalidad a finales de septiembre
  • Mantienen en el templo la misa dominical y la atención a las personas drogodependientes
  • Muchas otras acciones pastorales no se interrumpen, aunque sea en la calle o casa a casa

Incendio en la iglesia de la Cañada Real

Tres meses después, la Parroquia de Santo Domingo, situada en el corazón de La Cañada Real (enclave del extrarradio de Madrid marcado por la fuerte presencia del tráfico de droga y las numerosas viviendas escasamente acondicionadas), sigue luchando. Como la legendaria catedral de París, ella también sufrió el peso del fuego. Fue el 23 de mayo, cuando, en la medianoche, ardió su cubierta. La parroquia no es Notre Dame… en cuanto a medios y apoyos para su reconstrucción. Pero, si cabe, cuenta con un motor mucho mayor para regresar: el coraje de sus vecinos (aquí los fieles son vecinos).

En conversación con Vida Nueva, su párroco, Agustín Rodríguez Teso, reconoce que este es un verano diferente: “Estamos descolocados, pues, dentro del templo, solo podemos mantener dos cosas básicas: la misa dominical y la atención a las personas drogodependientes”.

Atención a las familias

Eso, claro, no quiere decir que estén parados. Ni mucho menos: “Muchas otras cosas, como la atención a las familias, la tenemos que hacer en la fábrica de muebles, donde ya venimos desarrollando otras acciones pastorales”. Lo que tampoco cesa son “las visitas a la gente en sus casas, gracias al equipo de la Cáritas parroquial”.

Con todo, ya tienen ganas de volver a la normalidad. Y ya falta muy poco para hacerlo… “Hace unos días –detalla Rodríguez Teso– han comenzado al fin las obras de reconstrucción de la cubierta. A finales de septiembre o, como mucho, a principios de octubre, ya estaremos plenamente en marcha”.

Un templo vivo

Además, aprovecharán las obras para que el grupo de odontólogos que sirve como voluntario en el centro pueda acometer sus propias labores de reforma y, así, ayudar aún a mucha más gente de la barriada.

Y es que estamos ante mucho más que una parroquia. Santo Domingo es un templo vivo, donde buyen el comedor social, los grupos comunitarios, los campamentos, los dentistas, los Encuentros con Dignidad, las clases de apoyo… Y, sobre todo, las reuniones de todo tipo y las fiestas, desde la Navidad compartida hasta los cumpleaños de todos. No, no es Notre Dame. Es mucho más.

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