La Iglesia de Sudán del Sur pide al Papa que lidere una misión de paz al país

Charles Balvo, nuncio apostólico en Sudán del Sur, inaugura en la capital Juba un centro para la formación humana, pastorla y espiritual

Le pronen que visite la nación junto al primado anglicano, Justin Welby

Charles Balvo, nuncio apostólico en Sudán del Sur, inaugura en la capital Juba un centro para la formación humana, pastorla y espiritual

El nuncio Balvo, en la inauguración en Juba el Centro de Paz Buen Pastor

ALBERTO EISMAN | Lejos de haberse consolidado la paz, la joven Sudán del Sur vive tiempos críticos. Desde su independencia en 2011, los enfrentamientos internos han causado ya más de 15.000 muertos y cientos de miles de desplazados. Muchas son las causas: la corrupción, la arrogancia y el nepotismo de sus dirigentes, la militarización de la sociedad, el fracaso de Naciones Unidas y sus cascos azules a la hora de proteger a la población civil y, sobre todo, la presión de unas poderosas y virulentas élites locales que se están enriqueciendo rápidamente con el río revuelto que ellas mismas provocan.

Así las cosas, la Iglesia sigue siendo uno de los pocos actores sociales que permanece como referente moral en la sociedad sursudanesa. Esta circunstancia y el hecho de que el papa Francisco haya recordado más de una vez la grave situación del país podrían explicar la audiencia del pasado 27 de octubre con una representación del Consejo Ecuménico de las Iglesias de Sudán del Sur, integrada por su presidente y moderador de la Iglesia presbiteriana, el reverendo Peter Gai; el arzobispo católico de Juba, Paulino Lukudu; y el primado anglicano de la provincia sursudanesa, el arzobispo Daniel Deng.

Los líderes religiosos recalcaron la estrecha colaboración entre las distintas Iglesias cristianas, que históricamente han llevado a cabo una gran labor humanitaria de asistencia y de construcción de iniciativas de paz tanto en los momentos más duros de la guerra civil (1985-2005) como en los años posteriores hasta la actualidad. Asimismo, le transmitieron al Papa su disposición a seguir trabajando juntos para lograr la reconciliación y la paz.

Francisco, por su parte, se solidarizó con el sufrimiento de tantos miles de sursudaneses, hasta el punto de repetir por dos veces su voluntad de viajar al país. El arzobispo Lukudu confirmó ante los medios la posibilidad del viaje, aceptando el hecho que “no hay seguridad en Sudán del Sur, pero incluso esos rebeldes que están luchando en la selva saldrán para encontrarse con el Papa”.

La comitiva saludó esa posible visita papal y solicitó, además, que, junto al arzobispo de Canterbury y primado anglicano, Justin Welby, encabecen una misión conjunta de paz y reconciliación a un país que en los últimos años se ve envuelto en una espiral de violencia y de mala gobernanza. Más aún, la sociedad civil sursudanesa carece hoy de líderes independientes, fiables y moralmente sólidos que promuevan una cultura de paz y convivencia, dejando de lado la confrontación, la polarización étnica o la crispación política.

Un regalo de esperanza

Pocos días antes de que se produjera el encuentro con el papa Francisco en Roma, tenía lugar en la capital sursudanesa, Juba, la inauguración del Centro de Paz Buen Pastor, una iniciativa local que ha sido posible gracias a la colaboración entre diferentes congregaciones religiosas presentes en Sudán del Sur. El nuncio, Charles Balvo, inauguró las instalaciones en presencia de representantes diplomáticos, civiles y religiosos.

Este nuevo centro está dedicado tanto a la formación humana, pastoral y espiritual como a las iniciativas de construcción de la paz y al tratamiento del trauma psicológico resultante de la violencia. Cuenta con 40 habitaciones dobles, un centro de conferencias y varios lugares de reunión y de oración. El equipo humano estará formado por religiosos y laicos tanto de Sudán del Sur como de otros países como Ruanda, Uganda, Filipinas y Estados Unidos.

El misionero comboniano Daniele Moschetti, presidente de la Asociación de Superiores Religiosos, lo ha calificado como “un regalo de esperanza” para la gente de Sudán del Sur. A su juicio, la colaboración entre varios institutos religiosos y diferentes nacionalidades mostrará también a todos el renovado compromiso de la Iglesia católica con la reconciliación y las iniciativas de paz en un país desgarrado por la violencia y la guerra.

Publicado en el número 3.011 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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