Crítica de cine de la película biográfica sobre san Pedro Poveda, que se estrena el 4 de marzo
J. L. CELADA | Los hechos arrancan el 27 de julio de 1936, víspera de su martirio, cuando Pedro Poveda (el palentino Raúl Escudero) es apresado en Madrid. El interrogatorio de un miliciano durante esas horas previas a su muerte será el recurso narrativo empleado por Pablo Moreno para ir y venir del presente al pasado y trasladarnos a los distintos escenarios donde transcurrió la vida de su protagonista: Guadix (1901), Covadonga (1906), Jaén (1913) y, finalmente, la capital, tras recibir en 1921 el nombramiento como capellán real.
Apenas iniciada la proyección, una frase del santo linarense sobreimpresionada en pantalla nos adelanta cuál será el hilo conductor de este Poveda: “La justicia, el amor y la paz son el programa”. El director salmantino nos pone en la pista del biografiado (el espectador no iniciado agradecerá que la propuesta se acerque más al biopic que a la hagiografía) con la caridad como alma de la historia, “la misma que mantiene todo” e impulsó a nuestro hombre a inaugurar un tiempo nuevo en la España de los albores del siglo XX.
El primer viaje por su geografía humana y espiritual nos conduce a las Cuevas de Guadix. Siendo ya sacerdote, fijará su mirada en los ignorados moradores de la periferia. Su anuncio del Evangelio acompañado de educación (escuelas, talleres de costura…) revolucionará el lugar, tanto que incomodará a las autoridades eclesiásticas. Obligado a salir de allí, en una de las muchas renuncias que asumiría a lo largo de su camino, recalará en Asturias, etapa que nos permitirá descubrir al pedagogo y humanista, arduo defensor de la formación de maestros cristianos como necesario contrapunto a la neutralidad educativa impulsada por la Institución Libre de Enseñanza. Convencido del papel decisivo de las aulas en la regeneración del país, invitará a las jóvenes maestras a poner en práctica sus ideales para cambiar las cosas.
En aquellas primeras academias y residencias para universitarias se estaba plantando la semilla de la futura Institución Teresiana. Gestación que el realizador describe con ágiles trazos apoyado en la estrecha relación de Poveda con Josefa Segovia (Elena Furiase, repitiendo tras Un Dios prohibido), su mano derecha y, a la postre, su sucesora al frente de esta asociación de laicos.
Moreno sigue sumando títulos a su filmografía religiosa. ¡Y vaya si se nota la experiencia acumulada! En el reparto, en la dirección artística y hasta en el propio modo de rodar se ha producido un salto tal que bien podríamos afirmar con su protagonista que –también aquí– “la luz siempre se impone a la oscuridad”.
FICHA TÉCNICA
TÍTULO ORIGINAL: Poveda.
DIRECCIÓN: Pablo Moreno.
GUIÓN: Pedro Delgado y Pablo Moreno.
FOTOGRAFÍA: Rubén D. Ortega.
MÚSICA: Óscar Martín Leanizbarrutia.
PRODUCCIÓN: Andrés Garrigó.
INTÉRPRETES: Raúl Escudero, Elena Furiase, Miguel Berlanga, Silvia García, Fran Calvo, Javier Bermejo, Dani Gómez, Gabriel Latorre, Alejandro Arroyo, Carlos Pinedo, Pablo Viña, Juan Alberto López, Andrea Guardiola, Xiqui Rodríguez.
En el nº 2.978 de Vida Nueva
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