De conventos vacíos a centros de acogida para refugiados

religiosas españolas en convento español a punto de cerrar abriendo sus puertas a la acogida

La Vida Religiosa reflexiona sobre cómo superar las dificultades para llevar a la práctica esta reciente petición del papa Francisco

religiosas españolas en convento español a punto de cerrar abriendo sus puertas a la acogida

De conventos vacíos a centros de acogida para refugiados [extracto]

DARÍO MENOR | “Para toda la Iglesia es importante que la acogida al pobre y la promoción de la justicia no se confíen solo a los especialistas, sino que sean objeto de atención de toda la pastoral, de la formación de los futuros sacerdotes y religiosos, de los compromisos normales de todas las parroquias, los movimientos y los grupos eclesiales. En particular, y esto es importante y lo digo de corazón, querría invitar a los institutos religiosos a leer seriamente y con responsabilidad esta señal de los tiempos. El Señor llama a vivir con más valentía y generosidad la acogida en las comunidades, en las casas, en los conventos vacíos… Queridos religiosos y religiosas, los conventos vacíos no le hacen falta a la Iglesia para transformarlos en hoteles y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo que son los refugiados. El Señor llama a vivir con generosidad y valentía la acogida en los conventos vacíos. Es cierto que no es algo sencillo, hace falta criterio y responsabilidad, pero también valentía. Hacemos tanto, pero tal vez estamos llamados a hacer más, acogiendo y compartiendo con decisión lo que la Providencia nos ha donado para servir. Superad la tentación de la mundanidad espiritual para estar cerca de las personas sencillas y, sobre todo, de los últimos. ¡Necesitamos comunidades solidarias que vivan el amor de modo concreto!”.

papa Francisco visita a refugiados en el Centro Astalli de Roma 10 septiembre 2013

El Papa, el pasado 10 de septiembre, en el Centro Astalli de Roma

Estas palabras que el papa Francisco dijo el pasado 10 de septiembre en el Centro Astalli de Roma, promovido por el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) para acoger a los solicitantes de asilo y desplazados, interpelan a toda la Vida Consagrada, invitándola a llevar a cabo un profundo cambio en la mentalidad y en las estructuras.

Carmen Sammut, religiosa de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de África y presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), cuenta la doble sensación que le dejó el llamamiento del Papa. La primera fue de alegría por el impulso que daba “para que compartamos lo que tenemos más de lo que ya lo hacemos ahora”. Su segunda impresión fue de responsabilidad ante la dificultad de llevar su deseo a la práctica en todas las situaciones.

“Muchas congregaciones que tienen casas vacías y las venden, no lo hacen por gusto, sino porque sus miembros están viviendo ahora en lugares más pequeños. Así se paga el cuidado de nuestras hermanas ancianas y la formación de las nuevas hermanas”, explica, recordando en particular la experiencia de las Hermanas Blancas, como se conoce a su congregación: “Las más ancianas han querido ir a asilos, en lugar de ser cuidadas por las otras hermanas. Pero estas residencias son muy caras. Fue una elección hecha por ellas. Además, la formación de las nuevas religiosas cuesta mucho. Hay que estar preparados para el mundo actual, se tardan años en la formación”. “Estoy de acuerdo con lo que dijo el Papa, pero hay que tomarlo en su contexto”, resume.

María Soledad Galerón, superiora general de las Hermanas de María Inmaculada (claretianas misioneras), incide por su parte en que los espacios que algunas órdenes religiosas utilizan como hoteles sirven para sostener la presencia religiosa en lugares de misión: “La mayoría de las congregaciones tiene un alto número de comunidades y obras en países que no se sostienen sin una constante ayuda de las administraciones provinciales o generales. En estos países, aunque ejerzas una profesión, la remuneración es mínima y el concepto de seguros y jubilaciones, inexistente. También tenemos hermanas que dedican muchas horas a la pastoral parroquial y diocesana en el ámbito de la catequesis, animación litúrgica, formación de agentes de pastoral, visitas a enfermos, ancianos, familias, misiones populares… y muchas de las cuales no reciben ninguna retribución”.

Galerón, quien dice que las religiosas “están felices de servir a la evangelización en la Iglesia”, apunta que, pese a estas dificultades, “podríamos exigirnos mayor pobreza y un estilo de vida más simple y austero en lo que usamos, vestimos o comemos”. Propone, además, “mayor libertad evangélica, desprendimiento y coraje espiritual para tomar ciertas decisiones por las implicaciones afectivas, legales y jurídicas que conllevan”.

“Llevará tiempo, pero se mueven algunas cosas”

La Unión de Superiores Generales (USG), el organismo homólogo de la UISG pero dedicado a la Vida Consagrada masculina, reflexionará sobre las palabras del Pontífice en su próxima asamblea general, que se celebra del 27 al 29 de noviembre en Roma. Los debates se centrarán en cómo ejercer el liderazgo en la Vida Religiosa a la luz del pontificado de Francisco. En este marco, tendrá su protagonismo el llamamiento para que los conventos vacíos se conviertan en espacios de acogida para refugiados. religiosas españolas en convento español a punto de cerrar abriendo sus puertas a la acogida

El jesuita Giovanni La Manna, director del Centro Astalli de Roma que visitó el Pontífice, reconoce que llevará tiempo que las palabras del Papa se traduzcan en actuaciones concretas, pero cuenta que ya se ven señales. “Se están moviendo algunas cosas. Hay una comunidad de religiosas que nos ha ofrecido unas casas para acoger a los refugiados. Hay también algún otro caso dedicado en especial a los desplazados de la guerra de Siria. Es un trabajo a largo plazo, pero que va hacia adelante”, afirma La Manna.

Su experiencia al frente de este centro le ha hecho conocer a congregaciones religiosas que querían colaborar con ellos en la acogida y atención de los refugiados, pero que no sabían bien cómo hacerlo. “En ocasiones, se trata de comunidades en las que predominan los ancianos. Les tranquilizamos diciéndoles que nosotros les garantizamos que conocemos a las personas que acogerán y que seguiremos tutelándolas para que, por ejemplo, vayan cumpliendo con los distintos trámites administrativos para regularizar su situación legal. Es importante que los religiosos les abramos a estas personas nuestras casas para que vean cómo vivimos. Es un testimonio estupendo”, dice La Manna.

Respetando la decisión de las comunidades religiosas que ya han respondido al llamamiento del Papa de mantener su nombre en el anonimato, explica que el SJR valora en particular el apoyo que se brinda a los refugiados en la llamada “fase de transición”. “Son desplazados que ya tienen sus papeles y han encontrado un trabajo, pero que aún no pueden vivir de forma autónoma, pues, para poder alquilar una casa propia, necesitan una buena suma de dinero ahorrado. Se trata de abrirles las casas para que convivan con los religiosos durante ese período, que dura entre cuatro y cinco meses”, concluye.

Las palabras del Papa en el Centro Astalli son, para Galerón, un “cuestionamiento que va mucho más allá de las instituciones” con espacios que podrían dedicarse a la acogida a refugiados. Para ella, que lleva las riendas de una congregación “sin conventos vacíos”, significan “una invitación, casi angustiante, a la apertura y la acogida del otro, del necesitado, del carente… Acogida que nos exige salir de nosotros mismos, abrir nuestros espacios, pero sobre todo nuestro corazón, nuestro tiempo, nuestro ‘todo’, ya que la acogida al otro desorganiza nuestra vida, rompe nuestra rutina, nuestro horario, nuestro ritmo de vida. Necesitamos convertirnos a esta acogida, a una fraternidad universal que no ve extranjeros sino hermanos”.

Tampoco tienen conventos vacíos los carmelitas, según cuenta también a Vida Nueva su prior general, Fernando Millán, pero las palabras de Francisco son igualmente un reto para ellos: “Esta llamada del Papa nos invita a la creatividad, a preguntarnos cómo nosotros, desde nuestra espiritualidad, tenemos también que encarnarnos y sentir el clamor de la pobreza. Nos está recordando algo esencial. Lo asumo como una llamada a la conversión. No hay que estar a la defensiva: es un llamamiento a no acomodarse ni aburguesarse en la Vida Religiosa, lo que es siempre una tentación grande en toda la Iglesia”.

En la misma línea se expresa Miguel Miró, prior general de los Agustinos Recoletos, para quien el llamamiento de Francisco hace que los religiosos deban “cuestionarse la obras y ministerios desde criterios evangélicos”. Eso sí, advierte de que el cambio que propone el Papa, como él mismo dijo, no es simple: “Se necesita criterio, responsabilidad y coraje. La pregunta que surge de inmediato es quién gestiona la obra de acogida”.

papa Francisco visita a refugiados en el Centro Astalli de Roma 10 septiembre 2013

Con los refugiados del Centro Astalli de Roma

Intercongregacionalidad

Una manera de acelerar estos proyectos puede venir con el trabajo conjunto entre diversas congregaciones, como apuntaba La Manna y abunda Millán, quien reconoce la “gran experiencia” de los jesuitas en la atención a los refugiados. “Nosotros somos diez veces menos que ellos y, por nuestra dedicación a la espiritualidad, tal vez no tengamos esa familiaridad con ese tipo de trabajo, pero sí que podemos colaborar. La intercongregacionalidad puede ser una pista para investigar”, apunta Millán.

Galerón cuenta que las claretianas misioneras ya colaboran “con comunidades intercongregacionales que gestionan proyectos con migrantes”. La contribución viene a través de aportaciones económicas, de personal o de la cesión de espacios. “Hay en muchos lugares, cantidad y variedad de acciones pastorales, sanitarias y educativas conjuntas de la Vida Religiosa”, señala.

Aunque iba dirigido en particular a los consagrados, no han sido ellos los únicos interpelados por el llamamiento de Francisco. En Italia, el primero en reaccionar con hechos concretos ha sido Antonio Staglianò, obispo de Noto, la diócesis más meridional de Sicilia. Staglianò pidió a los sacerdotes de su diócesis una lista de los espacios que podrían ser utilizados para la acogida de refugiados y para la puesta en marcha de una red de voluntarios para acompañarles.

En el primer puesto del elenco está la sede del seminario episcopal, que cuenta con una gigantesca ala cerrada y abandonada. “Abramos a la solidaridad los conventos cerrados y acojamos a esos hermanos prófugos que desembarcan en nuestras costas, siendo bien conscientes de que muchos ni siquiera las alcanzan, pues mueren en el mar”, dijo el prelado al lanzar el anuncio durante una reunión del consejo diocesano.

En el nº 2.870 de Vida Nueva.

 

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