Ante los desahucios: un hogar llamado Iglesia

Joan Piris obispo de Lleida con miembros Plataforma Afectados Hipotecas

Numerosas iniciativas diocesanas se vuelcan con miles de víctimas

Joan Piris obispo de Lleida con miembros Plataforma Afectados Hipotecas

El obispo Piris reunido con la Plataforma de Afectados por las Hipotecas

Ante los desahucios: un hogar llamado Iglesia [extracto]

VICENTE L. GARCÍA | El incremento de los desahucios y sus terribles consecuencias en todo el país (2012 se cerró con alrededor de 180.000 nuevos casos, que hacen un total de unos 400.000 desde 2008) está movilizando a sectores de la Iglesia para demandar, dentro y fuera, más hechos que palabras.

Un caso muy significativo fue protagonizado, a finales del pasado año, por el Foro de Curas de Bizkaia, que pidió a su obispo dar “un paso más ante la urgencia de los desahucios”.

Mario Iceta, quien instó “a la administración y a las instituciones a que, con máxima urgencia, arbitren los mecanismos necesarios para evitar estas situaciones injustas”, ofreció además los datos de la labor que, desde hace años, ya se viene realizando en la diócesis bilbaína con relación a este problema. Así, se dio a conocer que la diócesis cuenta con 460 viviendas, de las que 138 (el 30%) están dedicadas a familias que necesitan ayuda.

También forma parte de esta ola solidaria el Foro de Curas de Madrid, que apoya la Iniciativa Legislativa Popular que se ha organizado para demandar la paralización de los desahucios. Entre los colectivos a los que reconocen y agradecen formar parte de lo que es una labor de muchos, están “personas del 15-M, asociaciones de vecinos, sindicatos o parroquias. Constituye un signo de esperanza el que, a pesar de la cultura individualista e insolidaria en la que se nos pretende educar, todavía haya sectores sociales que no han renunciado a la dignidad de ciudadanos responsables y solidarios”.grupo de personas se manifiestan en contra de un desahucio

La adhesión a esta iniciativa se ha vehiculado también a través de las Cáritas diocesanas. Desde delegaciones como la de Barcelona, se trabaja con un programa denominado Servicio de Mediación de la Vivienda (SMH), que tiene como objeto la no pérdida de la vivienda.

El protocolo, según Jordi Roglá, director de Cáritas Barcelona, “comienza con la acogida de la persona afectada y el conocimiento de su situación económica. Posteriormente, el SMH realiza un análisis del caso y plantea soluciones o alternativas, y se realizan las labores de intermediación con los propietarios en caso de alquileres o con los bancos en caso de problemas hipotecarios. El objetivo último y primero es que las personas no deben ir nunca a la calle”.

Diversos prelados se han pronunciado en contra de la política de desahucios y reclaman una solución urgente. El arzobispo castrense, Juan del Río, lo ha hecho de un modo contundente: “La Iglesia no cierra las puertas a las familias desahuciadas”.

El arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, se reunió en diciembre con representantes de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas. Tras escuchar sus demandas, el arzobispado confirmó que, a través de Cáritas y otras instituciones, impulsa varias medidas para la atención de personas con problemas de vivienda. Entre ellas, se encuentra una red de unas 1.000 casas que están sirviendo para alojar a familias desahuciadas.

Su disposición la condensó Osoro en una frase: “Cáritas es expresión de amor de Cristo en la Iglesia y del arzobispo como pastor”.

Quedarse sin techo es una realidad compleja. Sonia Oleo, responsable de los programas de Personas sin Hogar y Vivienda de Cáritas Española, contextualiza el desahucio y sus caras: “Tradicionalmente, el concepto de persona sin hogar lo manteníamos con la gente que vivía en la calle; ahora se ha extendido a todo el que tiene problemas con la vivienda”.

Entre los datos recogidos por Cáritas, destaca el significativo aumento de mujeres que se ven inmersas en este problema o “el hacinamiento en algunas viviendas de personas mayores al acoger a sus hijos, que llegan con su propia familia porque han perdido su casa”. Cáritas enfoca su acción en las personas que no tienen hogar, que podrían rondar las 35.000 en toda España.

Paralelamente, la institución eclesial ha experimentado un aumento de la generosidad: “Mucha gente colabora, y no solo con dinero, sino con su tiempo, que no es menos importante –se congratula Sonia–. Junto a las demandas de tipo económico y social, los que se encuentran en esta situación expresan la necesidad de ser escuchados, por lo que es importante que haya gente que se ofrezca para esta tarea”.chica con un cartel en una protesta stop desahucios

Otro ejemplo de respuesta frente al problema de los desahucios lo encontramos en Lleida. Su obispo, Joan Piris, ha puesto a disposición de familias desahuciadas una parte del antiguo seminario diocesano. Esta iniciativa está condicionada a que las obras de adaptación del edificio sean financiadas por una empresa o particulares. De momento, y según fuentes del obispado, ya se han interesado por el proyecto desde diversos ámbitos –entre ellos, se han ofrecido de forma altruista un arquitecto en paro y un sacerdote de 83 años de la diócesis de Ciudad Real–.

La idea se concretó tras la visita que Piris hizo al colectivo de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, quienes, al carecer de local, fueron acogidos en una parroquia. El prelado asistió a una asamblea y pudo escuchar las demandas y casos concretos de muchas personas. Al finalizar, comunicó su ofrecimiento, que se canalizará a través de Cáritas diocesana.

La zona del antiguo seminario ilerdense que se ocuparía corresponde a unas dependencias que hace dos años se idearon para un proyecto de albergue para personas sin hogar. La iniciativa se puso en manos de un consorcio en el que participaban el Ayuntamiento de Lleida, el obispado, Cáritas y Arrels, una ONG que trabaja con personas sin techo. Finalmente, el Ayuntamiento se descolgó del proyecto y lo paralizó por no disponer de fondos para el mismo. Ahora puede plasmarse una nueva oportunidad para las víctimas de la crisis.

Una actividad singular, que se encuentra en estudio por parte del Arzobispado de Granada, se denomina “Tierras Vivas”, y, aunque no está directamente relacionada con el problema de los desahucios, sí tangencialmente, al presentarse como una respuesta a la crisis económica de tantas familias.

Así, quieren poner a disposición de familias con sus miembros en paro –en muchas de estas familias, el subsidio de desempleo se ha agotado para todos sus miembros– algunas tierras propiedad de la archidiócesis, para que sean cultivadas y trabajadas por ellas, de tal forma que su recolección sirva para su propia subsistencia y, si fuera posible, también para la comercialización de los productos. El proyecto, coordinado conjuntamente con Cáritas, estará abierto a la participación de cuantas personas e instituciones eclesiásticas o civiles lo deseen.grupo de personas ayudan a un hombre víctima de desahucios

El desahucio en primera persona

Hace dos años, en un lugar de España, un matrimonio, formado por dos personas de 57 y 53 años, vive de manera holgada, sin lujos pero sin agobios. Él tiene una pequeña empresa de limpieza y ella un pequeño comercio. Ante la necesidad de adquirir una vivienda, uno de sus hijos solicita un préstamo y ellos se ofrecen como avalistas con su propia casa.

Al poco, él descubre que está siendo objeto de una estafa por parte de uno de sus trabajadores. La deuda con la Seguridad Social asciende a una cifra a la que no puede hacer frente, hasta el punto de tener que cerrar la empresa e indemnizar al resto de trabajadores. Con el comercio de ella no les alcanza. Un día, el banco les notifica la cantidad que adeudan; poco después, les llega un requerimiento judicial de embargo de su casa. El desahucio es irreversible.

Alguien les habla de Cáritas. Acuden avergonzados y necesitados de ayuda. Les escuchan y se ponen manos a la obra, adelantando el dinero. Hoy, este matrimonio sigue teniendo una deuda de dos dimensiones, pero no con el banco, sino con Cáritas: el préstamo contempla su devolución sin intereses a razón de 50 euros al mes.

La segunda dimensión nos la relata él: “De no ser por la gente de Cáritas, estas Navidades ya no habríamos estado en casa. Durante este tiempo, mi mujer ha tenido que vigilarme, porque la idea del suicidio se cruzó por mi cabeza en algún momento. Pero, gracias a Dios y a Cáritas, estoy psicológicamente mejor. Mi deseo en estas Navidades ha podido ser de paz, libertad y amor para todo el mundo”.

En el nº 2.831 en Vida Nueva.

 

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