¿Hotel o geriátrico?

monasterio Santo Domingo de Cádiz

La Conferencia Episcopal abre el debate sobre cómo destinar conventos deshabitados a uso asistencial en vez de hotelero

monasterio de Santo Estevo, Ourense

El monasterio de Santo Estevo (Ourense), actual Parador Nacional

¿Hotel o geriátrico? [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | “Realmente es un tema que merece la reflexión, y la Conferencia Episcopal ha sabido verlo. Me parece bien que se comience a hablar de ello”, afirma Ignacio González-Varas Ibáñez, profesor titular de la Escuela de Arquitectura de Toledo (Universidad de Castilla-La Mancha).

Las VIII Jornadas de Estudio e Información de la Comisión Episcopal de Patrimonio Cultural –celebradas el pasado 11 y 12 de febrero en Madrid– tuvieron presentes las palabras del papa Francisco el pasado mes de septiembre durante su visita al centro Astalli, de ayuda a los refugiados en Roma: “Los conventos vacíos no deben servir a la Iglesia para transformarlos en alojamientos y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo, que son los refugiados. El Señor llama a vivir con más coraje y generosidad la acogida en la comunidad, en las casas, en los conventos vacíos…”.

El director del Secretariado de Patrimonio Cultural, Manuel Íñiguez Ruiz-Clavijo, ha sido el primero en ver la necesidad de abordar lo que dice el Papa: “Estamos en ello. Nosotros no queremos un patrimonio muerto, sino vivo. Al servicio de la Iglesia en su misión fundamental del culto y la evangelización, de su función caritativa y social o cultural”.

Y añade: “Por supuesto que nos preocupa qué uso darle a estos edificios deshabitados. La respuesta sería la reconversión de todos estos inmuebles para fines de bien social de la Iglesia, como pueden ser residencia de ancianos, acogida de emigrantes, o dedicados a la enseñanza, como guarderías, por ejemplo”, afirma. Pero no es fácil. Sobre todo, si tenemos en cuenta una doble perspectiva.

Una, la conservación del inmueble histórico, sea Bien de Interés Cultural (BIC) o solo edificio singular. Dos, el mantenimiento de la institución propiamente de asistencia social. “Estamos hablando de actividades que son objeto de auxilio social –explica Íñiguez–, la cuestión es si solo la Iglesia debe hacerse cargo de ello o contar con la ayuda de la Administración”.

monasterio de Santa María la Real de Irache, Navarra

El monasterio de Irache fue reconvertido en Parador Nacional

Ahí está el problema. “Además, una cosa es dedicarlas a un uso social y otra es conservar esos edificios. Mantener el patrimonio requiere una gran cantidad de dinero, la pregunta es si la Iglesia puede estar sola al frente de esto”.

La senda del Papa

El papa Francisco dijo en Roma, sensible al drama de la emigración que simboliza Lampedusa: “Quizás hemos sido llamados a hacer más, acogiendo y compartiendo con decisión aquello que la providencia nos ha dado. El Señor llama a vivir con generosidad y coraje la acogida en los conventos vacíos. Cada día, aquí y en otros centros, muchas personas, sobre todo jóvenes, se ponen en fila para una comida caliente. Estas personas recuerdan el sufrimiento y el drama de la humanidad”.

González-Varas Ibáñez ha dictado en la jornadas de Patrimonio Cultural la ponencia La reutilización contemporánea de edificios religiosos: proyectos arquitectónicos y memoria cultural. “El Papa me ha parecido, como en todas sus declaraciones, muy valiente –dice–. De hecho, es verdad que los monasterios tienen en sí mismos esa vocación de vida en pobreza y comunidad. Dedicarlos a los más desfavorecidos es plenamente compatible con el mensaje de la religión cristiana. Creo que dotar de equipamientos sociales a aquellos conventos que queden deshabitados puede ser muy interesante para completar la intensa labor social que realiza la Iglesia. Es una llamada de atención que podrían seguir muchas administraciones públicas”.

No lo dice en vano: “Creo que debe ser un compromiso total de la sociedad –apunta–. Claro que en momentos como estos de crisis parece difícil que se puedan emplear fondos en estos cometidos, pero pienso que todo el mundo debería ver con buenos ojos esta reconversión en uso sociales”.

En España no existe ningún catálogo que recoja el número de edificios eclesiásticos que están deshabitados o han sido desacralizados. “No lo hay –confirma Íñíguez–. Todas las diócesis tienen sus inventarios y su catalogación de bienes; pero la Conferencia Episcopal no. Luego hay otro patrimonio que, siendo de la Iglesia, es propio de las comunidades religiosas, que son autónomas”. Este es el que suele destinarse a uso hotelero.

Posibles soluciones

González-Varas manifiesta que “la verdad es que sería bueno hacer un balance de los edificios que actualmente se están desacralizando y destinando a otros usos. Yo, al menos, no he encontrado ese dato”. Lo cierto es que los monasterios deshabitados por la ausencia de vocaciones o por la elevada edad de las comunidades responden a realidades muy distintas. “Lo hemos analizado desde el punto de vista de lo jurídico, de las implicaciones legales que todo esto tiene, pero también hemos hablado de posibles soluciones”, confirma Íñiguez.

monasterio Santo Domingo de Cádiz

El actual Hotel Convento Cádiz

González-Varas, por su parte, ha dado algunas de estas soluciones. Primero, señala: “Se están abandonando monasterios en muchas áreas rurales, con lo que nos encontramos con un patrimonio de muy difícil acceso y mantenimiento. El uso de esos edificios es complicado a no ser que estén destinados a alojamiento rural”.

Luego hay otra serie de edificios religiosos enmarcados en el centro de las ciudades que están padeciendo también su abandono. “Son iglesias que apenas tienen fieles. Suelen ser solares de mucho valor económico que podrían entrar en ese proceso de reconversión en comercios y lugares de ocio que siempre son un gran problema. A algunos les gustaría abandonar estas iglesias y construirlas en zonas residenciales del extrarradio urbano en donde se demandan nuevos templos”.

Otro asunto son los conventos. “Algunos de los que tienen monjes o monjas aún viviendo, funcionan en autogestión como hospedería. Cuando ya se produce el abandono completo, se están reconvirtiendo en espacios hoteleros”.

Según el profesor de la Escuela de Arquitectura de Toledo, “las tensiones del mercado dictan a veces las soluciones para su mejor uso”. De hecho, expone cómo “la Iglesia tiene el deber también de gestionar su patrimonio lo mejor posible. Si puede tener una rentabilidad en algunos lugares, esa rentabilidad puede usarse para obras sociales y para su mantenimiento. Hay edificios que están en lugares óptimos para su uso hotelero, y sería muy complicado destinarlos a una labor puramente asistencial”.

Ejemplo reciente de esto es el convento de Santo Domingo (Cádiz), destinado a geriátrico por los dominicos, pero que, ante la ausencia de ayudas de la Junta de Andalucía, ha sido reconvertido en hotel con encanto.

El convento de la Trinidad (Valencia) es un caso paradigmático. Ante el abandono por parte de la comunidad clarisa, su futuro está en debate. Pero su catalogación como BIC obliga a la conservación no solo del inmueble, sino de todo su contenido. “La reutilización debe intentar mantener los valores históricos y estéticos del edificio –defiende González-Varas–, especialmente cuando este ha sido declarado monumento o Bien de Interés Cultural, pero también su memoria como lugar sagrado que alguna vez fue”.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.882 de Vida Nueva.

 

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