Benedicto XVI ultima su encíclica sobre la fe

refugiados sirios caminan hacia el Líbano

Imputado un cómplice del mayordomo Gabriele en el juicio por el caso ‘Vatileaks’

papa Benedicto XVI firma su primera encíclica Caritas in Veritate

ANTONIO PELAYO. ROMA | El “veraneo” de Benedicto XVI en Castel Gandolfo ha sido este año informativamente muy tranquilo. El Papa ha mantenido las citas tradicionales de sus predecesores –la misa de la Asunción en la parroquia de la ciudad lacial– y ha expresado en varios momentos la preocupación y sufrimiento que le causan las crisis del mundo (muy especialmente, la sanguinaria guerra siria).

Por supuesto, ha mantenido los indispensables despachos con algunos de sus inmediatos colaboradores y ha hecho algunos nombramientos episcopales en diversas regiones del mundo. Nada en todo caso que haya suscitado la atención de los medios informativos. Estos sí dedicaron espacio y relieve a la sentencia del Tribunal Vaticano sobre el caso Vatileaks, de la que nos ocuparemos en esta crónica.

La sosegada actividad de Joseph Ratzinger le ha permitido culminar la redacción del tercer tomo de su libro sobre Jesús de Nazaret (enteramente dedicado a los evangelios de la infancia y a la llamada vida oculta), en cuya traducción a diversas lenguas ya están trabajando los oficiales de la Secretaría de Estado.

También ha avanzado considerablemente en el texto de la que será su cuarta encíclica; el tema de la misma, como es sabido, será la virtud teologal de la fe y será hecha pública en el curso del Año de la fe que comenzará el próximo mes de octubre.

Nos consta que el Santo Padre considera capital ese acto de su magisterio y que ha consagrado muchas horas de su tiempo a escribir esta encíclica que, por otra parte, profundiza el surco en el que trabajaron sus antecesores Juan Pablo II (autor de la Fides et Ratio) y Pablo VI, que el 30 de junio de 1968 publicó el Credo del Pueblo de Dios, como conclusión del Año de la fe que había convocado en recuerdo del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo.

“El viaje al Líbano se hará”

El tercer tema que ha ocupado y sigue ocupando la atención del Pontífice es, desde luego, su viaje al Líbano, previsto del 14 al 16 de septiembre. Desde que se anunció oficialmente hasta hoy, la situación en la vecina Siria no solamente se ha agravado de forma extraordinaria con miles de muertos y centenares de miles de civiles que buscan refugio en Jordania, Turquía y Líbano, sino que ha comenzado a contagiar la frontera norte de este país con su imponente vecino.

En la Secretaría de Estado se analizan día a día los elementos informativos que llegan a través de muy diversos canales, dando preferencia a las opiniones y juicios del nuncio apostólico en Beirut, monseñor Gabriele G. Caccia, que es un diplomático de primera talla y gran experiencia.

refugiados sirios caminan hacia el Líbano

Refugiados sirios caminan hacia el Líbano

De la importancia que concede la Santa Sede a cuanto sucede en Siria dan fe las sucesivas primeras páginas de L’Osservatore Romano dedicadas a este asunto. El domingo 26 de agosto, el diario vaticano titulaba: “La mecha siria inflama Trípoli y Beirut”, y la información se abría con esta afirmación: “El conflicto sirio se extiende al Líbano”. La línea del periódico se mantiene en perfecta armonía con la de la Secretaría de Estado, que reivindica una mayor influencia de las negociaciones diplomáticas que a los atroces combates entre partidarios y opositores al presidente Assad.

Ya en su día, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, descartó que estuviese en estudio una cancelación del viaje. Más contundente aún se muestra el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso (en su día estuvo destinado en la Nunciatura de Beirut), que ha afirmado que “el viaje se hará”.

Sin embargo, en la memoria de todos está la cancelación que sufrió un viaje de Juan Pablo II al Líbano en mayo de 1994, cuando todos los preparativos habían concluido con éxito… Por ahora, esta hipótesis parece menos probable, pero todo es posible y Damasco no facilitará las cosas. El Papa no ha hecho al respecto declaración alguna. [A FONDO: Líbano: un grito por la convivencia en Oriente Medio]

Nuevo implicado en el ‘Vatileaks’

Vayamos ya al culebrón del caso Gabriele, que tuvo el 13 de agosto un primer punto de llegada. Ese día, ante un compactísimo grupo de periodistas, Lombardi informó ampliamente de la decisión de la justicia vaticana sobre dos envíos a juicio: el del asistente personal del Papa, Paolo Gabriele, por el delito de hurto agravado y encubrimiento, y –esa fue la sorpresa de la jornada– el de Claudio Sciarpelletti, dependiente de la Secretaría de Estado que hasta ese momento nadie había mencionado como implicado en el caso y al que se le acusa de haber colaborado y encubierto el hurto en las dependencias papales, además de violación de secreto.

Esa misma mañana, con una decisión que honra a la Santa Sede, se pusieron a disposición de la opinión pública mundial la requisitoria del promotor de Justicia (fiscal), el abogado Niccola Piccardi, y la sentencia del juez instructor, Piero Antonio Bonnet. La primera ocupa catorce páginas y la segunda veintiuna en la transcripción que nos ofreció la página web vaticana. Son textos que los expertos en derecho apreciarán conocer en todos sus detalles.

Paolo Gabriele exmayordomo del Papa sospechoso filtración documentos VatileaksAntes de adentrarnos algo más en el contenido de esas páginas, considero interesante reflejar cómo los periódicos italianos dieron y titularon la noticia al día siguiente: “El mayordomo a juicio, tenía un cheque del Papa. La realidad supera la novela” (Il Messaggero); “Cartas robadas del Vaticano: proceso a Paolo Gabriele” (Avvenire); “¡Aleluya!, culpa del mayordomo. El Vaticano santo e inmaculado” (Il Fatto quotidiano); “El topo no estaba solo: aparecen nuevos cómplices” (Il Giornale); “El camarero del Papa a juicio. Son cuatro los mandantes del topo” (La Stampa); “Vaticano, en la casa del topo, una pepita y un cheque al Papa” (La Repubblica); “El cheque y los 25 nombres ‘cubiertos’. Vaticano, misterios de la investigación” (Corriere della Sera); “Dos envíos a juicio en el Vaticano” (L’Osservatore Romano).

Las novedades son, pues, la pepita (presuntamente) de oro dada al Papa por el peruano Guido del Castillo, el cheque de 100.000 euros proveniente de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, una edición de la Eneida de Virgilio del siglo XVI y la complicidad del administrativo de la Secretaría de Estado.

La requisitoria del fiscal resume con precisión de detalles los siete meses que han transcurrido desde el 3 de febrero del 2012 en que, como consecuencia de una transmisión televisiva en la que se muestran documentos secretos de la Santa Sede, el Vaticano presenta una “denuncia contra desconocidos por delitos cometidos contra el Estado y sus poderes, calumnia y difamación”.

En ella se lee esta declaración hecha por Gabriele a sus inquisidores el 5 de junio sobre los motivos que le llevaron a sustraer y difundir los documentos en cuestión: “Consideraba que el Santo Padre no estaba correctamente informado. Viendo mal y corrupción por todas las partes en la Iglesia… estaba seguro de que un shock incluso mediático habría podido ser saludable para hacer volver a la Iglesia al recto camino… De algún modo pensaba que en la Iglesia este papel fuese propio del Espíritu Santo, del que en cierta manera me sentía infiltrado”.

También incluye extractos del informe redactado por los peritos que han estudiado el perfil mental del empleado infiel. “El señor Gabriele –escribe el doctor Roma, psicólogo clínico– se caracteriza por una inteligencia sencilla en una personalidad frágil con derivaciones paranoicas que cubren una profunda inseguridad personal y una necesidad no satisfecha de gozar de la consideración y del afecto de los otros… La necesidad de recibir afecto puede exponer al sujeto a manipulaciones por parte de otros considerados amigos suyos o aliados”.

Otro pasaje interesante es el que describe la reunión que tuvo lugar el 21 de mayo y en la que participó la llamada “familia pontificia”: los dos secretarios, monseñor Georg Gänswein y monseñor Xuereb, la religiosa alemana Birgit Wansing, las cuatro memores domini que garantizan el funcionamiento de la casa y Paolo Gabriele.

En el curso de la misma, monseñor Gänswein puso a Gabriele ante la evidencia de que era responsable de la fuga de, al menos, dos documentos que aparecieron en el libro Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI. El acusado negó en redondo y, además, increpó al secretario personal del Papa por albergar dichas sospechas.

Lombardi hubiera pasado el día aclarando dudas y desmoronando, infructuosamente, incredulidades. En otoño, dijo, será el juicio. Esperemos que a puerta abierta. [A FONDO: Vatileaks: apuntes de zoología vaticana]

En el nº 2.813 de Vida Nueva.

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