Tribuna

Un verano en Salamanca (con abusos de por medio)

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‘Un verano en Salamanca’ es una película alemana de esas que se emiten después de comer, para que a nadie le remuerda la conciencia por prolongar la siesta más de lo debido. Sin embargo, este verano, hay otros motivos por los que titular esta tribuna con el mismo título del film en cuestión. Aunque reconozco que también se podía haber titulado ‘Más de lo mismo’, por no copiar el título ‘Spotlight’, que es una película más conocida.



Querido Poli, sé que siempre huyes de protagonismos y alfombras rojas. En este caso y por desgracia, eres la víctima que, como toda víctima, has sido revictimizada extendiendo tu dolor a todos cuantos te conocen y conviven contigo cercanamente, y a cuantos te conocemos menos, pero, poco tiempo contigo fue suficiente para sentir por ti cariño, respeto, y credibilidad.

Un guión indefendible

Los protagonistas, para su vergüenza, son otros que ni saben crear un papel, sino que lo copian de las actuaciones de otros, haciendo que el guión cada vez sea menos defendible y mucho menos creíble. Continente tras continente, país tras país, diócesis tras diócesis se vuelven a cometer los mismos errores, pero en Salamanca se ha rizado el rizo.

Han pasado muchos años -daría igual que fueran pocos o que hubiera sucedido ayer- cuando una víctima, a la que un medio de comunicación local ha descubierto con nombre, apellidos, y fotografía, vulnerando la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, ha vuelto a ser revictimizada por la institución que amparaba al victimario cuando cometía los abusos.

La víctima, hoy sacerdote y, hasta hace unos meses vicario de la diócesis salmantina, querido por cuantos le conocían y trataban, que hacía verdad lo que Iglesia de puertas abiertas donde caben todos, todos, todos, debe irse a León por ‘causa de enfermedad’. Otro sacerdote, también conocido en la ciudad, desaparece.

Postura episcopal

El obispo, preguntado al respecto a principios de año, niega que sea por causa alguna de abusos. Al final, estalla el escándalo ¡y de qué manera! Pero, ¿sigue pensando algún obispo, todavía, que se puede seguir negando, ocultando, o sacando a un cura –en este caso a dos de una ciudad pequeña- sin que nadie vaya a sospechar? Pero, ¿qué les enseñan en el curso de ‘babybishops’ que hacen en Roma?

Un grupo de monaguillos de rodillas

Tal vez deberían añadir asignaturas como empatía, sensibilidad, tacto, discreción, verdad, Inteligencia Emocional… Y también enseñarles que, cuando se hace algo mal –hasta puede que sin mala intención-, las disculpas se piden en singular, porque el plural que induce a error, ya que no se sabe si el ‘nos’ es mayestático o, al pluralizar, algunos reparten y tocan a menos culpa.

Pastores y Pueblo de Dios

Casi mejor no comentar la nota de la diócesis. Y, ¿la carta del obispo? ¿Seguro que la ha escrito él? Clama al cielo toda ella, pero hay algunas cositas que evidencian cuestiones más profundas. Porque eso de “os invito, a pastores y Pueblo de Dios…” -repetido hasta cuatro, cuatro veces en la carta- ¿Desde cuándo los pastores no son pueblo de Dios? ¿Se consideran solo separados o por encima? Las puntualizaciones pueden ser interesantes.

No nombrar a la víctima, de la que ya sabíamos el nombre, la edad, y donde está, supera con mucho la falta de sensibilidad. ¿Por qué, de dónde tanto miedo a acercarse a las víctimas? No manchan, no muerden, no salpican, no atacan. Buscan algo tan sencillo como que se leas escuche, se las crea, se las reconozca, se las respete. Ellas no son el borrón en la imagen de la institución. Quienes emborronan completamente, son los victimarios, y quienes tratan como a las víctimas como leprosas que, recuerdo, solo en un número muy, muy bajo, abandonan la Iglesia.

La liturgia como escudo

Utilizar la liturgia como escudo para “todos juntos, con fuerza, vamos a rezar: Yo confieso […] Todos estamos bajo la culpa…”. no ha quedado muy fino precisamente. La segunda alusión a la liturgia la cito textualmente: “Recemos el Gloria con intensidad en las palabras que se dirigen a Jesús: ‘Porque solo tú eres santo, solo tú, Señor… […] Es muy saludable para nosotros, los sacerdotes, para evitar todo protagonismo pastoral o “endiosamiento” clerical; y para el pueblo de Dios…”. Se insiste en la separación pastores-pueblo.

Querido Poli, tú nunca hubieras hecho, ni harás, esa separación. Sé que lo que voy a decirte va a sonar -como se dice por ahí- muy fuerte, pero tu sufrimiento no ha terminado. Prepárate porque eres víctima, has sido revictimizado, y casi con toda seguridad, serás re-revictimizado. Tu valentía al denunciar a quien fue tu agresor en el seminario, y compañero en el presbiterio de Salamanca –no quiero ni pensar lo que habrá sido celebrar tantos años juntos la Misa Crismal- no habrá sido fácil. Has necesitado el tiempo que toda víctima necesita. Gracias por hacerlo. Espero que estés y te sientas acompañado. Ninguna travesía hay que hacerla en solitario y, cuando hay tormenta, menos.

¿Palabras de cercanía?

Regreso a la carta ¿del obispo? No hay una palabra de cercanía o cariño para ti, pero sí una petición de ayuda para “acompañar con misericordia activa a los sacerdotes que se encuentren en peligro o que hayan fallado en algo” (Christus Domini, 16). Es cierto que se merecen ayuda porque, aunque cueste creerlo, también ellos son víctimas de un sistema que no funciona desde hace mucho. Con todo afecto le recomendaría a tu obispo y a todos, que la mejor ayuda es cambiar la formación en los seminarios. Una pista está en Amoris Laetitia 203.

Un verano en Salamanca. ¿Cómo será el ‘The End’?