Una obra de Enrique Martínez Lozano (Descleé de Brouwer, 2011). La recensión es de Federico Pastor-Ramos.
–
Sabiduría para despertar. Una lectura transpersonal del evangelio de Marcos
Autor: Enrique Martínez Lozano
Editorial: Descleé de Brouwer
Ciudad: Bilbao
Páginas: 408
–
FEDERICO PASTOR-RAMOS | Enrique Martínez Lozano es psicoterapeuta, sociólogo, teólogo y sacerdote, todo lo cual se percibe a lo largo de estas páginas y contribuye a darles profundidad, densidad y credibilidad. Es autor de varios libros en los que quiere articular espiritualidad y psicología. ¡Algo conseguido en esta obra!, en la que hace gala, además, de una mentalidad abierta y libre, respetuosa con las opiniones mayoritarias o jerárquicas, pero sin servil sometimiento a ellas.
La estructura del libro es sencilla: capítulos y párrafos del texto evangélico. Con una originalidad: lo que llama “aportaciones transversales”, que son consideraciones, y otras ampliaciones del propio texto. Hay 36 y, para hacernos una idea de su talante, he aquí algunos de sus epígrafes: ‘Vivir en Dios, vivir en la presencia’, ‘Tentaciones y ego’, ‘El Reino de Dios’, ‘Demonios y exorcismos’, ‘En torno a la cruz y a la salvación’, ‘Espiritualidad trans-religiosa y la experiencia mística de un ateo’, ‘Seguir a Jesús por el camino, hoy’…
Es importante atender al subtítulo. No se trata de un comentario al evangelio de Marcos, sino de una lectura reflexionada de ese texto desde unos determinados supuestos, aunque incorporando con total naturalidad y sin problemas los avances exegéticos en cuanto a redacción del Nuevo Testamento, historicidad, etc. Véanse como ejemplo las páginas 208 y 209 sobre el significado de los números, o las múltiples ocasiones en que se señalan los dichos puestos en boca de Jesús, pero que realmente son obra de las comunidades o de los evangelistas. Este conocimiento y uso adecuado de la exégesis le da también fiabilidad a sus interpretaciones y hace que las aplicaciones tengan sólida base textual y no sean meras ocurrencias de aficionado.
La lectura propuesta es más simbólica que literal, lo que la hace más fructífera para el lector actual. Porque se trata realmente de una especie de meditación moderna –y en algunos casos hasta posmoderna– sobre Marcos.
La psicología tiene un lugar importante en esa lectura. Así –por citar un caso entre los muchísimos que aparecen–, las consideraciones de las páginas 104 y 105 sobre la ira de Jesús hacia las personas religiosas exceden claramente la exégesis directa, pero no la aplicación del texto a la vida, algo en consonancia con la intención y el género literario de los mismos Evangelios. Efectivamente, sabemos que estos libros no están escritos como crónicas biográficas o arqueológicas acerca de Jesús, sino para fomentar la actualización de su mensaje en otros tiempos y circunstancias.
Dimensión mística
Esta lectura espiritual y más bien rápida, sin detenerse en detalles, tiene la ventaja de hacer caer en la cuenta de cuestiones como, por ejemplo, la de la temprana oposición a Jesús, que corren peligro de pasar desapercibidas cuando no se atiende al conjunto de datos.
Una característica muy importante, explicitada con frecuencia, es la dimensión místico/contemplativa, subrayando la unión con Dios, un elemento fundamental de lo místico. Y no solo de la mística cristiana tradicional. Hay también abundantes apelaciones a las orientales (páginas 230 y 231). Ya es sabido que, a ese nivel, las diferencias de las actitudes religiosas desaparecen. Hay interpretaciones de pasajes de Marcos que, sin esta apelación a la mística, no se entenderían. Así, por ejemplo, la de 13, 24-32, en que destaca el presente como lugar de realización de la esperanza: “Quizás no lo sepamos, pero eso es lo único que anhelamos: reconocernos y vivir en la plenitud de lo que es, en el Presente pleno…” (p. 336).
“Al venir al estado de presencia, descubrimos que somos Presencia –esa es nuestra identidad última–; apercibimos también que esa presencia es una y la misma que la presencia que hay en todos los seres vivos…” (p. 337). En mi opinión, eso no es manipular el texto evangélico, sino una de las formas de profundizar en su significado. Recordemos que, en terminología tradicional, el sentido literal no es el único del texto bíblico, aunque sea la base de los demás. En esta obra tenemos una aplicación de esa teoría. Del sentido literal, conocido y utilizado, se avanza hacia otros más personales.
La insistencia en esa dimensión no quita que haya muchos apuntes de sólida teología actual expuestos simple y accesiblemente, sin plantearse especiales problemas, al igual que sucedía con lo exegético.
Apertura y libertad
La mentalidad abierta y libre ya mencionada se percibe por doquier. Así, las múltiples alusiones a la “religión” y a la “norma” como opuestas al mensaje básico de Jesús, lo que no es sino destacar los rasgos evangélicos fundamentales. Un caso: la aportación transversal 12 (‘Jesús, la novedad que desconcierta’). Evidentemente, la crítica de la “religión” puede desconcertar y aun disgustar, hoy como en tiempos de Jesús, a representantes religiosos, por ejemplo, de la Iglesia. Pero es un caso más donde se aplica el “arrojar la cara importa, que el espejo no hay por qué”.
En comparación con tantos aspectos positivos, es menos importante que algunos términos resulten poco claros para quienes no estamos tan al tanto de las tendencias psicológicas modernas, comenzando por el “transpersonal”, que no se explica en ninguna parte. Al final, sin embargo, tanto esta palabra como otras parecidas (“dual”, por ejemplo) se comprenden suficientemente, y el lector alcanza a hacerse cargo de lo fundamental. Dígase lo mismo de muchas frases teñidas de psicología como el “yo”.
En resumen, un libro muy recomendable para personas interesadas en lo espiritual. Pero también en una profundización del Evangelio para poderlo vivir.
En el nº 2.758 de Vida Nueva.