Editorial

Madurez también para sostener a la Iglesia

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El 6 de noviembre se celebra el Día de la Iglesia diocesana, una jornada en la que se llama a los creyentes a saberse corresponsables con el sostenimiento del que es su hogar, de su parroquia, en la que se nutre y se hace viva su fe.



Según los últimos datos facilitados por la Conferencia Episcopal Española, la crisis generada por la pandemia ha hecho mecha en el cepillo, mientras que la recaudación a través de las aportaciones digitales tampoco acaba de despegar. Sin embargo, sí puede hablarse de una cierta transición hacia el modelo de las donaciones periódicas, aunque todavía insuficientes.

A diferencia de otros países en los que la madurez de los laicos se traduce en una significativa suscripción anual que garantiza el presupuesto de su comunidad, en el caso español esta corresponsabilidad, que sí se manifiesta a través del IRPF, no viene acompañada de un compromiso monetario constante.

Falta de conocimiento

Esa aportación fluctuante complica la planificación, tanto a corto como a medio plazo, y habla de una falta de conocimiento e identificación plena con las necesidades acuciantes de las Iglesias locales, un hecho sobre el que no estaría de más ahondar si se busca reflotar esa implicación.

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