Editorial

Francisco en México: las denuncias de un Papa de frontera

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Análisis de Vida Nueva tras el último viaje papal

papa Francisco preside la misa en la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México 13 febrero 2016

Francisco ha visto cumplido uno de sus sueños para este viaje: rezar ante la “Morenita”

EDITORIAL VIDA NUEVA | Francisco conoce en profundidad las heridas de México. Así lo ha manifestado en cada una de las intervenciones de este viaje apostólico de seis días, una peregrinación que ha resultado más incómoda de lo esperado para más de uno, desde su llegada a la capital hasta su despedida en Ciudad Juárez.

Sin anestesia se dirigió a los obispos locales, consciente de las resistencias de parte del clero mexicano para materializar la Iglesia en salida, de viento fresco y misericordia que pide Jorge Mario Bergoglio. A la vez, ha reivindicado ante ellos a dos apóstoles de la entrega y de la reconciliación, como el cuestionado Samuel Ruiz, el que fuera obispo de San Cristobal de las Casas, y el prelado español “indígena” Vasco de Quiroga.

Este cara a cara para afrontar los problemas eclesiales del país ha tenido su equivalente en la valentía y beligerancia a la hora de diagnosticar los grandes males en los que vive atrapada la sociedad mexicana: la corrupción, el narcotráfico, la violencia, la exclusión, la trata, la explotación de la naturaleza… En todas y cada una de sus intervenciones, no ha dudado en condenar a quienes están detrás de estas crónicas negras y a quienes ejercen de cómplices participando directamente o mirando para otro lado.

Y en todas y cada una de estas intervenciones, ha recriminado estos pecados amparado por Nuestra Señora de Guadalupe, a la que ha encomendado a quienes padecen las consecuencias de estas vejaciones, orando por ellos y dándoles aliento para superar el estatus de víctimas y convertirse en protagonistas del futuro de México.

Aun con los riesgos que conlleva,
el Papa ha optado por alzar la voz
ante todas las alambradas sociales,
políticas y económicas que castigan a México

Con palabras de consuelo se ha dirigido a los pobres, a los indígenas, a los presos, a los enfermos, a los inmigrantes, a los jóvenes, a las familias. Todos aquellos que han sufrido la explotación han recibido un abrazo del Papa acompañado de una denuncia en alto y una llamada conjunta para exigir a los poderes públicos y a toda la sociedad un compromiso real para recuperar la dignidad a través del empleo y del alimento, la paz por la vía de la justicia, la seguridad efectiva y la conviencia, la vida de fe a través de la acogida y la misericordia.

Francisco ha ejercido de pastor que cuida de su rebaño, protegiéndoles en la frontera. Y no solo acercándose literalmente a ella. El Papa ha optado por alzar la voz ante todas esas alambradas sociales, políticos, económicos y eclesiales de México, consciente de los riesgos que implica acusar en público excesos de tal gravedad, pero con la convicción de ser fiel a su misión de buscar y encaminar a cada una de las ovejas castigadas entre esos muros de humillación, para proponerles saltar la valla de la desesperanza hacia una sociedad nueva.

En el nº 2.977 de Vida Nueva. Del 20 al 26 de febrero de 2016

 

A FONDO ESPECIAL: FRANCISCO EN MÉXICO [solo suscriptores]

  • ANÁLISIS: Francisco reconforta a México; por Antonio Pelayo [extracto]
  • ENTREVISTA: Sigifredo Noriega, obispo de Zacatecas; por Felipe Monroy
  • REPORTAJE: Ser uno más para que Chiapas se levante; por Miguel Ángel Malavia
  • REPORTAJE: Una alegría: el diaconado indígena; por F. Monroy
  • REPORTAJE: “Cariñoterapia”, la medicina de los agustinos en la ciudad; por Guadalupe Esquivias

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