Editorial

Bergoglio en el espejo de Montini

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portada Próxima canonización de Pablo VI 3019 enero 2017 pequeña

EDITORIAL VIDA NUEVA | Francisco quiere acelerar la causa de canonización de Pablo VI. Según ha podido saber Vida Nueva, no resultaría extraño que en 2017 culminara la subida a los altares de Giovanni Battista Montini, cuando se cumple, entre otras efemérides, el 50º aniversario de la encíclica Populorum Progressio. Más allá del milagro pertinente, del que podría ser dispensado como lo fuera Juan XXIII, sobrarían los argumentos para defender la santidad del Pontífice que tuvo en sus manos la nada fácil aplicación del Concilio Vaticano II.

Quienes han buceado en la figura de Pablo VI comentan que él no hubiera convocado la cita conciliar. Sin embargo, ya Papa asumió como propia esta aventura y quiso hacer de ella el salto de la Iglesia hacia la modernidad. Lo cierto es que sin el empeño y los desvelos de Pablo VI ni hubiese llegado a término ni hubiese aterrizado en las Iglesias locales un cristianismo atento a los signos de los tiempos.

Basta con repasar de principio a fin los documentos guía del Papa argentino para descubrir cómo se identifica con este espíritu reformador de Pablo VI. Así sucede en el manuscrito de Begoglio que enganchó a los cardenales en las Congregaciones Generales previas al cónclave, donde la única cita que se incluía pertenece a la exhortación Evangelii nuntiandii de Montini, Su llamada a recuperar “la dulce y consoladora alegría de evangelizar” empapará después la programática Evangelii gaudium de Bergoglio. Estas referencias montinianas son una constante hasta hoy, como muestran los recientes discursos a la Curia y al Cuerpo Diplomático, donde se remite a él para apuntalar los cambios de la Curia, reforzar la sinodalidad y apostar por la promoción humana como vía inexcusable para lograr la paz en el mundo.

Pablo VI y Francisco creen en una Iglesia misionera,
llamada a dialogar con el diferente,
dispuesta a abrazar las heridas de la humanidad y,
desde ellas, ofrecer el Evangelio como la mejor medicina.

Reconocer ahora la santidad de Pablo VI supone subrayar la actualidad del Vaticano II con la clarividencia de aquel diplomático que se traduce hoy en la visión de futuro del pastor argentino. Ambos creen en una Iglesia misionera, llamada a dialogar con el diferente, que abrace las heridas de la humanidad, para regalar el Evangelio como la mejor medicina.

De paso, Francisco salda en parte la deuda pendiente con el Pontífice que experimentó como pocos las resistencias eclesiales e institucionales, especialmente en nuestro país, donde fue clave en el camino hacia una transición que tejieron el nuncio Dadaglio y el cardenal Tarancón.

Francisco no solo se mira en el espejo de Pablo VI, sino que camina con él de la mano para que esa renovación promovida por el Vaticano II, en algunos momentos aletargada, alcance velocidad de crucero impulsada por la misericordia.

Publicado en el número 3.019 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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