De La Habana viene un barco

Como en el juego infantil de memoria, nos toca adivinar cada día de qué vendrá cargado el barco que viene de La Habana. En el tiempo que lleva el proceso de conversaciones entre el Gobierno y las FARC, el barco ha venido cargado de buenas y malas noticias, de declaraciones y propuestas que a veces fomentan la esperanza y otras nos vuelven a la desconfianza y el pesimismo.

Entre las propuestas que se han dejado sobre la mesa está la de concentrar a los guerrilleros que se desmovilicen en territorios o regiones donde puedan, con la asistencia del Estado, prepararse para hacer el tránsito a la vida civil.

El jefe de las FARC, alias Timochenko, propuso también la creación de “territorios de paz” para que los guerrilleros convertidos en ciudadanos regresen a sus regiones y permanezcan en ellas, ya que la gran mayoría son campesinos o están ligados a la vida rural. Idea acogida por algunos y cuestionada por otros que tendrá que ser discutida en profundidad, para que dichos territorios no se conviertan en “repúblicas independientes” donde las FARC sigan actuando, así hayan dejado las armas.

En principio, la idea de concentrar a los guerrilleros no es una idea descabellada. Más aún: sería la oportunidad para realizar con ellos un proceso de educación para la convivencia pacífica.

No será fácil para los militantes de la guerrilla dejar las armas y ganarse la vida

En un primer tiempo se debería hacer una inducción adecuada por parte de instructores y profesionales para mostrarles los beneficios y ventajas del regreso a las comunidades de origen; para indicarles los derechos y deberes que consagra nuestra Constitución y para realizar con ellos talleres sobre reconciliación, derechos humanos, participación en política y respeto a la ley.

En una segunda etapa se mostraría a los desmovilizados un espectro de posibilidades laborales para que cada uno escoja la actividad para la que desea capacitarse.

El SENA, por ejemplo, tiene la experiencia y los instructores capacitados para brindar formación en áreas tan diversas como agricultura, ganadería, construcción, mecánica, manejo y conducción de automotores, jardinería, culinaria, comercio, artesanías, etc.

Es un hecho que los hombres y mujeres que han vivido tantos años como militantes de la guerrilla se van a encontrar con un medio diferente en el que tendrán que dejar las armas y ganarse la vida como los demás ciudadanos. Y esto no será fácil para ellos si no ha habido antes un proceso de inducción y de preparación. Es más: sólo así podrán superar la tentación de integrarse a grupos armados al margen de la ley.

Fabián Marulanda

Obispo emérito de Florencia

Compartir