Ver arder la montaña, y no perder la esperanza


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Enseño en un lugar rural, un paraíso ecológico, un territorio con parches de bosque de roble, zonas aún conservadas, un lugar con mucha belleza por explorar y descubrir. Mi inquietud primera se enfocaba a ¿cómo acercar a los niños y jóvenes a las problemáticas en torno a la ecología integral de manera incidente? Ellos y ellas crecen en un territorio alejado de la violencia estructural que nos lacera como país, aunque las violencias de familia no faltan, no les falta el agua, aire limpio tienen de sobra, pueden cultivar y organizarse para vender sus productos.



Una reciente investigación de ellos mismos reveló la existencia de 28 especies de orquídeas. Hay pobreza y hay riqueza, pero juntos salen adelante.

Me sumergía en estos pensamientos, cuando un evento trastocó la reflexión. Escribo estas líneas en el día de un incendio forestal que dejó las siguientes afectaciones: 31 hectáreas arrasadas. En las 24 horas que permaneció activo, consumió vegetación nativa y pino, imaginar tantas hectáreas de bosque consumido, las llamas arrasando por la ladera y avanzando, devorando todo a su paso, cientos de especies animales también serían desplazadas o consumidas por el fuego, era difícil llegar al lugar, toda la operación se realizó manual, con rastrillos o palas, azadones y bombas de espalda para apagar los focos calientes.

Mi primera preocupación fueron los jóvenes que viven cerca a los sucesos. Se aquieta el alma cuando te comunicas con algunos y te dicen, mira, tranquila, estamos lejos del desastre, pero tales otros si viven más cerca, llamo y no tienen señal, hago lo que todo católico debe hacer: confiar. Y, efectivamente, al otro día los ves ilesos y recibes la buena noticia de que el esfuerzo de 80 personas ha logrado contener la tragedia ambiental. Elevas la mirada al cielo y juntas las manos para expresar gratitud.

Construyendo conciencia y acción: Enseñanza significativa y auténtica en tiempos de adversidad y resiliencia comunitaria

Nunca estamos lo suficientemente preparados para afrontar la adversidad, pero renace la esperanza cuando la comunidad trabaja unida y hay solidaridad de parte de todas las entidades. Por supuesto también cuando nos formamos para mirar las realidades de nuestro planeta y el entorno cercano con veracidad, sin fantasear con falsas ilusiones, y todo eso basado en un diálogo social donde todas las voces son escuchadas, y tienen un espacio garantizado de participación desde sus sentipensares.

De esta formación recibida, resalto de manera especial, los testimonios, porque nos muestran de manera concreta, por un lado, las situaciones dolorosas que viven en sus territorios, pero, por otro lado, la fuerza del espíritu y la resistencia por forjar un mundo mejor, esto me inspira y me anima, porque intento transmitir algo de eso a las personas que formó en el día a día.

Me enfocaré en los siguientes aspectos:

Ofrecer información contextualizada, relevante y significativa para los jóvenes y las comunidades, empleando métodos de enseñanza activos y atractivos, para apropiar conceptos, eso sí, disiento de usar los juegos en línea y simulaciones, porque esto no lleva a pensar en serio las situaciones, por ejemplo, cuando se viven experiencias como la del incendio, relatada unas líneas más arriba: en los juegos puedes tener muchas vidas, y vaya, en la realidad sólo tenemos una.

Impulsando la participación ciudadana y la transformación socio-ambiental desde eventos inspiradores y herramientas científicas

Estimular la participación en debates deliberativos a partir de un evento que sirva como referente de sentido y disparador de posiciones.

Favorecer la interacción con científicos, programas científicos y herramientas de análisis y visualización de datos científicos, en un compromiso con la verdad.

Abordar los conceptos erróneos que identifique en los jóvenes o en la comunidad, con argumentos sólidos y ejemplos aclaradores que se queden en la memoria afectiva.

Poner en marcha proyectos escolares o comunitarios como reciclado, instalación de paneles solares, reducción del consumo, plantación de árboles, y ahora con más veras luego del evento devastador del bosque.

Según Bernard Lonergan el conocimiento humano pasa por las siguientes etapas:
1. Experimentar, una porción de la realidad
2. Indagar, preguntar, profundizar en los datos
3. Interpretar la información obtenida

Hasta aquí la herramienta de la ciencia básica, pero hay una cuarta etapa

4. Tomar decisiones, actuar, decidirse, transformar la realidad, transformarse
En 10 años de trabajo, no he cambiado mi lugar de trabajo, me implica esfuerzo y agotamiento físico, pero los reflejos que recibo me hacen pensar en que el territorio forma el carácter de estos jóvenes y que es mucho lo que se puede sembrar en sus corazones para que tengan una incidencia relevante en sus vidas.

Con esta reflexión hago eco al numeral 139 de Laudato si:
“Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad. Dada la magnitud de los cambios, ya no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada parte del problema. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”.


Por Angela María Hernández Ochoa. Exsecretaría de Educación de Boyacá – Colombia y exalumna de la Academia Internacional de Líderes Católicos