Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Qué misterio encierra la Navidad? (I parte)


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Las fiestas navideñas han sido un tema recurrente en la historia de la literatura. La celebración religiosa ha entrado de lleno no solo en los hogares de quienes son indiferentes a la práctica creyente. En este sentido, los literatos no son una excepción. Prueba de ello es el volumen ‘La noche de Navidad’ (Editorial Encuentro, 2021) en el que el historiador Francisco José Gómez recopila, como hiciera en 2019 en ‘El día de Reyes’, piezas de los literatos españoles de los últimos siglos. Recopilamos en este blog de hoy algunos fragmentos.



Emilia Pardo Bazán

La autora que introdujo en Naturalismo en España –esa era para ella “la cuestión palpitante”–, Emilia Pardo Bazán tiene varios relatos de Navidad. Además, de ser biógrafa de San Francisco de Asís. Ahora que se está celebrando el centenario de su fallecimiento es una referencia en muchos aspectos, incluyendo sus contradicciones. Quienes la presentan como paradigma de mujer moderna y avanzada a sus tiempo no pueden esquivar el sentido que la religión tuvo en su vida. Sus relatos navideños son una prueba de ello. En uno de ellos, ‘La visión de los Reyes Magos’, escrito en forma de diálogo teatral, plante cierta decepción entre los sabios de Oriente tras haber hecho sus ofrendas al Niño. Finalmente, sienten que se han quedado cortos con su entrega del oro, la mirra y el incienso. Y así termina, con esta acotación teatral, la historia:

La luna brilla con claridad más suave, más misteriosamente dulce y soñadora. El desierto parece un lago de plata. Sobre el horizonte se destaca una figura de mujer bizarramente engalanada y ricamente vestida, hermosa, llorosa, con larga cabellera rubia que baja hasta la orla del traje. Lleva en las manos un vaso mirrino lleno de ungüento de nardo, cuya fragancia se esparce e impregna la ropa de los Magos, y sube hasta su cerebro en delicados y penetrantes efluvios. Y los tres Reyes, apeándose y prosternados sobre el polvo del desierto, envidian, con envidia santa, el don de la pecadora Magdalena.

José María Sánchez-Silva

El autor de ‘Marcelino pan y vino’, único español que ha obtenido el Premio Andersen, también imaginó la Nochebuena en el convento con Marcelino de protagonista. Así lo cuenta en su historia ‘El invernadero’, uno de sus muchos relatos de temática navideña. En ella, Marcelino apenas tiene 5 años y ya mareaba a los frailes mientras trataba de entender las palabras que le hacían aprenderse en el catecismo. El niño vivió su primera Navidad en clausura y descubrió tradiciones como la del belén o la Misa del gallo. Así lo cuenta en un momento la historia:

Y. llegada la hora de la misa, fray Talán fue por Marcelino y lo llevó en brazos hasta la cuerda de la campana. Y eso le despertó, porque entre los dos tocaron y, aún desde dentro, la voz de la campana era distinta, quizá por la mucha nieve, quizá por el misterio de la Navidad. Y la misa la iba a decir fray Malo, tan viejecito y con dolores el pobre; pero era lo que él decía, que aquella misa del Nacimiento «fuera mejor que la dijeran los casi muertos como él, por si era la última y por si Dios tenía bien renacerlos en el cielo y junto a sus santos».

Gómez de la Serna

El creativo autor de las greguerías, Ramón Gómez de la Serna tiene varios textos sobre la Navidad. De hecho, el libro de Gómez se abre prácticamente con un prólogo de este escritor. Villancicos, comidas y demás tradiciones españolas pasan por la pluma de vanguardista madrileño.

La Nochebuena española es toda intimidad, encontrándose en ella ese sabor de siglos bien guardados -como ahorro de cada familia – que caracteriza a España. Se encuentra todo el pasado en los cajones de las cómodas y en los cajones de las almas. La característica de esa noche es el sentimiento que se tiene de venir del siempre para irse de nuevo al siempre. Sobre las ruinas la llegada de la Aparición resucita las ruinas. El mundo antiguo y el mundo moderno se reúnen esa noche y resucitan los dos. Es un pacto que hace todo para que suceda lo milagroso. La eterna resurrección del Niño que es su nacimiento y que por lo tanto es algo más que una resurrección, sucede en nuestro año como si fuese el primer año de la era cristiana.