¿Qué dice la Biblia de una coalición entre Pedro y Pablo?


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Hoy me tienen que disculpar que elija como tema de este blog algo que no solo es de enorme importancia, sino que además despierta una notable polémica, en un sentido o en otro. Si el título de este post fuera una pregunta relacionada directamente con la actual situación política, y hubiera que responder a ella, es evidente que la respuesta sería negativa: desde luego, la profecía bíblica no discurre por los caminos de la adivinación de asuntos concretos.

Pero lo de Pedro y Pablo sí tiene una referencia directa a aquellos considerados como las dos columnas de la Iglesia de los primeros tiempos. Así figura al menos en una bella losa de mármol que actualmente se exhibe en los Museos Vaticanos –probablemente procedente de una catacumba–, y que data del siglo IV, donde están grabados los bustos de dos personajes con barba con la inscripción al lado de cada uno de ellos ‘Petrus’ y ‘Paulus’; encima de ‘Petrus’ aparece también un crismón, es decir, una figura con la combinación de las dos primeras letras en griego de la palabra ‘Cristo’.

Según esta imagen, los dos apóstoles –ligados a la ciudad de Roma– serían presentados como los guías de la Iglesia en lo que podríamos llamar con lenguaje actual una coalición. Sin embargo, cuando la Escritura presenta a estos dos apóstoles juntos, lo hace en una situación bien distinta. El texto lo tenemos en la carta a los Gálatas que escribió Pablo.

En efecto, allí leemos: “Ahora bien, cuando llegó Cefas [sobrenombre de Pedro en arameo] a Antioquía, tuve que encararme con él, porque era reprensible” (Gál 2,11; puede leerse hasta el v. 15). ‘Reprensible’ se dice con un verbo muy fuerte que significa ‘ser culpable’, ‘ser condenable’. La razón de la trifulca era, al parecer, que Pedro había dejado de juntarse con cristianos de procedencia pagana de la comunidad por presiones de judeo-cristianos que venían “de parte de Santiago”, de la comunidad madre de Jerusalén. Es muy probable que estuviera en juego el asunto de las prescripciones alimentarias que mandaba la Ley de Moisés, que los judíos observaban y los paganos no.

Así pues, y a pesar del ‘relato’ posterior –manifestado en la placa de mármol antes citada–, aquella ‘coalición’ de los primeros tiempos de la Iglesia no parece que saliera bien, a pesar de lo cual la Iglesia permaneció.