Luis Antonio Rodríguez Huertas
Militante del partido Por Un Mundo Más Justo y bachiller en Teología

Pedro, Alberto, Yolanda, Santiago… os amo


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Puedo imaginar la cara de algunas personas tras leer el título que precede a este texto. No sé si os tranquilizo diciendo que solo ha querido ser un reclamo y que, aunque lo tenga en el horizonte, aún me queda mucho para que eso llegue a ser realidad. Pero no se me ha ocurrido mejor encabezamiento, ya que ‘Amor Político’ es el título de este blog que hoy estreno en Vida Nueva.



Respondía Pablo D’Ors, en una entrevista sobre su ‘Biografía del silencio’, que “si no amamos a los demás, no nos enteramos de qué va la vida”, aunque obviamente, no es exclusiva de él la idea de que el Amor es lo que da sentido a todo, lo sostiene todo, lo salva todo. De hecho, las y los cristianos nos decimos herederos del mandamiento del Amor y de Quien es el Amor.

Forma de caridad

Pero también sabemos que dicho mandamiento, como tantas otras invitaciones evangélicas, a menudo se quedan para usarlas “a la carta”, según conveniencias e intereses. Y el ámbito político parece ser uno de los que ya hace tiempo cerró la puerta a tal osadía: amar. Han tenido que ser los últimos papas de nuestra Iglesia los que nos recuerden que la política también está llamada a impregnarse de amor. Hasta el punto de que Francisco ha afirmado que “la política es una de las formas más elevadas de la caridad”, y ha dedicado a ella todo un capítulo de su ‘Fratelli tutti’.

Un ramo de rosas de amor

De alguna forma, la pregunta, como siempre, es si nos creemos -o no- el Evangelio. Porque si es así, lo de “amar” incluso a los “enemigos políticos” no debería sonarnos tan raro. “Ya; pero díselo tú a quienes han visto o ven cómo los políticos ‘del otro lado’ -y vale para todos lados de todos los lugares del mundo- atentan y derrumban una y otra vez las convicciones y principios ‘del lado propio’ para construir lo humano o lo social”. No soy ingenuo, y tomo conciencia de que no es nada fácil, y que, entre otras cosas, hay que definir lo que entendemos aquí por “amar”. Pero, también afirmo que, el odio que se alimenta contra personas y siglas diferentes a las propias, no puede ser ni bueno… ni sano… ni la solución a los problemas.

A los otros

Así que sí: trabajemos por amar “a los otros”, también en política. Quizá esta Cuaresma recién estrenada sea un buen contexto para intentarlo, que si fuera así… otro gallo nos cantaría (¡Vaya! Acaba de cacarear por tercera vez uno aquí cerca… mientras me pregunto si yo conozco a ese tal Jesús, el Galileo (Mt, 26)… que amó a todos y se entregó por todos… también por Pedro, Alberto, Yolanda y Santiago. Me han pillao).