José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

‘Nosotros’: que no sea solo flor de un día


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Se han multiplicado –y va a más cada año– los actos sobre la Jornada Mundial Eclesial del Migrante y Refugiado. Me parece muy bien. Porque el riesgo de las Jornadas es que sean solo “flor de un día” o pocos más. Y, sin embargo, hay muchos materiales, testimonios, reflexiones, imágenes, redes que van multiplicando la necesaria voz eclesial sobre las migraciones para prolongar en el tiempo y en distintos espacios el lema y las propuestas de este año: ‘Hacia un nosotros cada vez más grande’.



Se ha vivido en grandes ciudades. O en pueblos y ciudades pequeñas. En mi pueblo, por ejemplo, en Toro (Zamora), además de otros actos, se reunieron, convocados por el párroco y el arcipreste, en una ermita al lado del rio. Sencillamente. Para participar de la alegría del nosotros engrandecido por el significado de la comensalidad en la pradera al lado del Duero y a la vera de una iglesia mudéjar, hogar del Cristo Patrón de la ciudad. A mí me invitaron a los pocos días a una mesa redonda con un bodeguero francés, un maliense llegado en patera, un zamorano delegado sindical y un servidor.. Donde, según me informaron, la mitad de los asistentes no eran precisamente de los de “iglesia de toda la vida”. Y eso que convocaban las parroquias. Así se hace la Iglesia en salida.

Lo dicho: el “nosotros” se agranda. Y el Padre Nuestro se hace más de todos incluso de aquellos que critican a este Papa por decir sobre la conquista de México lo mismo que san Juan Pablo II y Benedicto XVI (a quienes ni critican ni insultan). Pero es que al bendito papa Francisco (cuya vida guarde Dios muchos años) parece que se la tienen tomada algunos que parece que quieren salirse del Padrenuestro y que solo sea Padre para unos pocos. O ir contracorriente haciendo un “nosotros” cada vez más pequeño. Donde solo quepan yo y mis correligionarios. Y usar al Papa solo en función de valedor de identidades excluyentes: las mías. Menos mal que el Padre NUESTRO, tan salido de dentro del corazón de Jesús , ya quedó grabado no solo en una de las paredes dentro de la Iglesia del Pater Noster en el Monte de los Olivos, sino como seña de hospitalidad universal en el corazón cristiano.

De la hostilidad a la hospitalidad

También en la víspera de la Jornada participé en una vigilia en el entorno del CIE de Aluche contra los CIES. Y quedé convencido de que ese “nosotros” saltaba de la plaza pública por encima de los muros del CIE hasta los allí alojados… En una Vigilia que alimentaba nuestra capacidad de soñar para construir alternativas. Porque vivir sin CIEs es posible. Ni CIEs grandes, ni CIEs pequeños.

Para pasar de la hostilidad a la hospitalidad. Reunidos para recoger los sueños rotos de muchos migrantes capaces de volar por encima de guardias, vigilantes, tapias y alambradas para ser recogidos por nosotros. Para recomponerlos en el horizonte de una sociedad acogedora e inclusiva, donde a nadie se le prive de libertad por carecer de documentación en regla.

“Nunca se dirá”, dice el papa sobre los migrantes, “que no son humanos pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se les considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos. Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y esas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de las convicciones de la fe” (Nº 39). Los CIEs y otras privaciones de derechos son expresiones que rompen el plural en las sociedades que necesitamos gestionar cada vez más y mejor la imprescindible cohesión e integración del don la diversidad.

En esa vigilia observé atentamente a sus participantes, convocados por organizaciones religiosas y civiles. Varios fotógrafos captaban los detalles y a las personas… Ninguno se fijó en el que sujetaba la pancarta que decía “VIVIR SIN CÍES ES POSIBLE”. Aquella persona la sujetaba con fuerza para que el viento no se la llevara. Pequeños gestos escondidos. Al que agarraba el mástil con fuerza le dije que los fotógrafos y los medios no le prestaban atención. Iban más a los oradores y a la gente del tablado, cuando en realidad aquella persona era, de quienes allí estábamos, la que tenía una labor muy importante precisamente por lo escondida.

Me contestó: “Pues haya que agarrarla fuertemente, porque si no el viento se la puede llevar y volaría. Parecía una vela de un barco”. Le dije: “Déjala que vuele, que salte alambradas y muros. Como los sueños. Y que llegue a los migrantes heridos y encerrados”. Que la vela sirva para navegar por el Mediterráneo y todos los mares. Incluso hasta el río Duero, al lado de la pradera del Cristo de mi pueblo. Así ese lema y la Jornada entera será continuadamente y más en verdad de…”Nosotros”