Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

Lo que hay y vendrá para nuestra tercera edad mexicana


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En México la esperanza de vida ha aumentado considerablemente; en 1930 las personas vivían en promedio 34 años; 40 años después en 1970 este indicador se ubicó en 61; en el 2000 fue de 74 y en 2016 es de 75.2 años [1]. Es decir, estadísticamente el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida son un hecho que marcará; sin embargo la calidad de vida no se puede asegurar de la misma manera para todos.

“La calidad de una sociedad… se juzga también por cómo se trata a los ancianos”

Hasta hace algunos meses, las leyes y servicios en México consideraban personas mayores aquellas que cumplieran con 65 años de edad; sin embargo, a partir del 1 de diciembre de 2019 las personas mayores serán las que cuenten con más de 68 años. Esto debido al aumento de la esperanza de vida en la población mexicana. Todos los países están teniendo que enfrentar la encrucijada de crear políticas sociales y hacendarias que permitan costear los servicios para la población mayor y atender las demandas de este sector creciente de la población. El asunto es un reto de corto, mediano y largo plazo que nos hace repensar nuestra manera de interacciòn, los sistemas públicos e incluso la arquitectura. Países como Japón que tiene una tasa de longevidad y envejecimiento alta han empezado a trabajar hace más de una década ajustes en términos de espacios amigables y accesibles, servicios de recreación, salud y ocio. Y es que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) las tendencias de la población para 2050 indican que habrá dos billones de personas mayores de 60 años.

Resulta común y razonable pensar que todas las personas mayores gozan de una pensión. Sin embargo en México basta ir a cualquier supermercado para darse cuenta que la historia se repite, que son miles de personas que están ahí empaquetando la mercancía de otros, para poder sostener sus hogares. Algunos olvidados o descuidados por sus hijos, otros que buscan suplir necesidades urgentes como ocuparse de su alimentación y de sus medicinas. Tan sólo el 30% de la población adulta mayor cuenta con alguna pensión en México. Aunado a esto, de acuerdo a la OCDE, la fragmentación del sistema mexicano de pensiones está muy arraigada y va más allá de la notable diferencia entre los esquemas de los trabajadores del sector público y el privado. Esto complica el escenario para quienes hoy cotizan para su retiro, probablemente a la hora del retiro las pensiones serán un problema de mayor envergadura y puede resultar complejo acceder a ellas.

Imagen: Revista Monocle, junio 2016

El papa Benedicto XVI, en el 2012, al visitar la Casa de San Egidio, usó palabras claras y proféticas, decía: “La calidad de una sociedad, quisiera decir de una civilización, se juzga también por cómo se trata a los ancianos y por el lugar que se les reserva en la vida en común”. Es un cuestionamiento claro a nosotros responder qué lugar tienen todos estos hombres y mujeres que pese a la edad de jubilación probablemente se ven forzados a trabajar. ¿Qué lugar damos a las personas adultas mayores en nuestra familia gocen de pensión o no?  Desafortunadamente, las estadísticas hablan de que el abuso y maltrato que este sector de la población sufre en México, afecta a 12.6 millones de personas mayores en el país, cantidad que equivale al 10.5% de la población total reportada en 2017. De acuerdo con la OMS, la violencia contra las personas mayores se define como “la acción única o repetida, o la falta de respuesta apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza y la cual produzca daño o angustia”.

Papa Francisco: “El anciano somos nosotros: dentro de poco, dentro de mucho”

Es interesante entender en una reciente investigación del Instituto Mexicano de Geriatría el vínculo entre la fragilidad y el maltrato en las personas adultas mayores. Según lo indican los especialistas “la fragilidad, caracterizada por la vulnerabilidad a eventos estresantes, es una condición frecuente en adultos mayores. Esta condición aumenta el riesgo de resultados adversos, como caídas, discapacidad, hospitalización y muerte. El estudio incluyó entrevistas a 285 adultos mayores provenientes de una comunidad: se evaluaron factores asociados de fragilidad, cambios en la composición corporal y caídas. Se realizaron entrevistas estructuradas para determinar si han sido víctimas de las cinco formas de maltrato antes mencionadas. El resultado fue que los adultos mayores con la condición de fragilidad son más susceptibles a recibir maltrato psicológico, sexual y físico. Pero además, puede favorecer al desarrollo de la depresión[2]

Generan preocupación los índices de violencia que no distinguen grupos ni clases sociales, esta tendencia se encuentra probablemente relacionada con el choque intergeneracional que dificulta el diálogo, la  falta de sensibilidad, las nuevas estructuras familiares que rompen con la cadena de cuidado y una falta de educación en aspectos básicos geriátricos que nos permitan entender las necesidades de nuestros adultos mayores. Lo hábitos comienzan en nuestro círculo más cercano, debemos posibilitar que las personas adultas mayores gocen de calidad de vida, respeto y aprecio, esto incluye que se sientan incluidos y puedan compartir su experiencia y sabiduría. Cada persona mayor atesora experiencias y capacidades que pueden llegar a sorprendernos y ayudarnos a que la vida resulte más llevadera. Todavía tenemos la oportunidad de reconocer y valorar la sabiduría que poseen.

El papa Francisco en su Audiencia General de 2015 se refería a las personas mayores como “hombres y mujeres, padres y madres que estuvieron antes que nosotros en el mismo camino, en nuestra misma casa, en nuestra diaria batalla por una vida digna. Son hombres y mujeres de quienes recibimos mucho. El anciano no es un enemigo. El anciano somos nosotros: dentro de poco, dentro de mucho, inevitablemente de todos modos, incluso si no lo pensamos”. El trato y la gratitud que guardamos a las personas mayores no debe quedarse en los buenos deseos, resulta una cuestión holística más que fiscal que incluye derechos, rediseño de políticas, rendición de cuentas y responsabilidades, elecciones éticas que integren las esferas de la vida pública y privada.

 

[1] INEGI. Esperanza de vida al nacimiento/ Sexo y entidad federativa, 2010 a 2016.

[2] Agencia Informativa CONACYT, Septiembre 2018, disponible en http://www.cienciamx.com/index.php/ciencia/salud/23182-fragilidad-maltrato-adultos-mayores