Las mujeres, protagonistas en el Sínodo de la Amazonía


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Transcurridos once de los veintidós días de sesiones de la Asamblea Especial del Sínodo para la Región Amazónica, es hora de hacer un repaso con “mirada de mujer”. Porque es lo propio de este blog. Pero, sobre todo, porque las mujeres están haciendo ruido. Hicieron ruido durante la etapa de preparación y es de esperar que sigan haciendo ruido.

Expectativas durante la etapa preparatoria respecto al reconocimiento de la acción pastoral de las mujeres

Hicieron ruido durante la etapa preparatoria las expectativas respecto al reconocimiento de la actividad pastoral que las mujeres realizan en la selva amazónica y, por consiguiente, en toda la Iglesia. El Documento preparatorio proponía “identificar el tipo de ministerio oficial que pueda ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica” (DP 14). Durante la escucha sinodal en los foros coordinados por REPAM, muchas voces pidieron la ordenación de mujeres.

En este sentido se oyeron, también, voces de obispos, como la de monseñor Erwin Kräutler, obispo emérito de Xingu, Brasil, que en entrevista para la cadena austriaca ORF manifestó que dos tercios de las 800 parroquias de su diócesis están dirigidas por laicos, incluso mujeres, y que “al menos el diaconado femenino, eso es lo que esperamos en el Sínodo de Amazonía. El primer grado de las órdenes sacradas. Y luego ya veremos”, confiando en que el Papa deje la decisión en manos de las conferencias de obispos.

 

Sínodo Amazonico

El ‘Instrumentum laboris’ repitió la propuesta del Documento preparatorio en cuanto al reconocimiento al rol de las mujeres: “identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica” (IL 129,a,3) y planteó, además, “la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas” (IL 129, a, 2) casadas, vale decir, hombres o mujeres, como en las comunidades neotestamentarias cuando no existía organización jerárquica y a sus dirigentes no se les daba el título de sacerdotes.

No se refirió, en cambio, el ‘Instrumentum laboris’ a la ordenación de viri probati. También proponía “que las mujeres tengan garantizado su liderazgo, así como espacios cada vez más amplios y relevantes en el área formativa: teología, catequesis, liturgia y escuelas de fe y política” (IL 129, c, 2). Asimismo, “que se escuche la voz de las mujeres, que sean consultadas y participen en las tomas de decisiones, y puedan así contribuir con su sensibilidad a la sinodalidad eclesial” (IL 129, c, 3).

¿Podrán votar las mujeres en el aula sinodal?

Hicieron ruido los reclamos de las religiosas que el pasado 3 de octubre, en Roma, y convocadas por ‘Voices of faith’, pidieron al Papa que puedan votar las mujeres que participan en el Sínodo Panamazónico. Concretamente las superioras religiosas, como lo autorizó el año pasado, con ocasión del Sínodo de los Obispos en su XVI Asamblea General Ordinaria sobre ‘Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’, cuando extendió el derecho al voto en el aula sinodal al representante de los Hermanos Maristas y al representante de los Hermanos de La Salle, dos institutos religiosos no clericales, pero no fueron tenidas en cuenta las Hermanas que también participaban en el Sínodo.

Porque según el Código de Derecho Canónico, solamente tienen este derecho los padres sinodales, es decir, los obispos representantes de las distintas regiones del mundo, algunos invitados por el Papa y “miembros de institutos religiosos clericales” (c. 346,1), es decir, miembros del clero, al cual no pertenecen las mujeres.

Por consiguiente, las invitadas –35, según mis cálculos: dos invitadas especiales, cuatro expertas y 29 auditoras, de ellas 10 superioras de comunidades religiosas– tienen derecho al uso de la palabra en el aula sinodal y en los círculos menores, lo cual es un paso significativo en las prácticas eclesiales, pero por el momento no cuentan con derecho al voto.

Sínodo-Amazónico

E hizo ruido sobre este asunto la hermana Birgit Weiler, quien participa en el Sínodo Panamazónico como experta en el equipo de colaboradores del secretario especial, al recordar que el papa Francisco había dicho que no hace falta pertenecer al sacerdocio para votar, porque “si se participa en todo el proceso, pues la votación tiene que ser expresión de la participación de todos”.

Manifestó, además, que “no hay una verdadera razón por la que esto no sea posible”, que los padres sinodales han reconocido que “caminar juntos en forma sinodal significa decidir todos también”, y que si “los hermanos pueden votar”, por tanto “las mujeres, las religiosas, deberían estar al mismo nivel de los religiosos”, y concluyendo que alberga la esperanza de que “se llegue a un punto en que nuestras superioras generales puedan tener la posibilidad de votar como lo hacen los superiores generales”.

Intervenciones valientes de las mujeres y testimonios de obispos de la región amazónica

Y ya en el aula sinodal, ha hecho ruido la presencia novedosa de un número significativo de mujeres. 35, según mis cuentas: dos invitadas especiales, cuatro expertas y 29 auditoras. Veinte de las 35 mujeres, son religiosas, dos en el grupo de expertas y 18 auditoras, entre las cuales hay diez superioras religiosas que son las que podrían tener derecho a votar al igual que lo tienen los superiores religiosos.

Entre las otras veinte mujeres hay teólogas y sociólogas, como también agentes de pastoral y líderes indígenas, vale decir, mujeres de pueblos de la Amazonía comprometidas en la evangelización y algunas de ellas con sus tocados de plumas despertaron sonrisas entre los monseñores vaticanos acostumbrados únicamente a las plumas de avestruz que adornan los cascos de la guardia suiza.

Obviamente han hecho ruido en el aula sinodal las denuncias respecto a la violencia contra las mujeres hechas por muchos de los participantes, quienes también se refirieron a la minusvaloración de las mujeres en el ámbito eclesial.

Haciendo ruido

Pero, sobre todo, han hecho ruido las intervenciones de religiosas que trabajan en la selva amazónica y que en el curso de la primera mitad de la asamblea sinodal han sido noticia al referirse a las dificultades que enfrentan en el ejercicio de su trabajo pastoral. En la primera conferencia de prensa, el lunes 7 de octubre, la hermana Alba Teresa Cediel Castillo, de las Misioneras de la Madre Laura, comentó que “la presencia de la mujer en la selva de la Amazonía es muy grande y hay muy pocos sacerdotes que tienen que ir de un sitio a otro, sin embargo, nosotras hacemos una presencia constante”.

Por eso, dijo, “acompañamos a los indígenas en los diferentes eventos, cuando el sacerdote no puede hacer presencia y se necesita que haya un bautismo, nosotras bautizamos; si alguien se quiere casar, nosotras hacemos presencia y somos testigos de ese amor, y muchas veces nos ha tocado escuchar en confesión, no hemos dado la absolución pero en el fondo de nuestro corazón hemos dicho: ‘Con la humildad de que este hombre o mujer se acerque a nosotras, por situaciones de enfermedad o ya próximos a la muerte’, nosotras creemos que Dios Padre también actúa ahí”.

Por su parte, la hermana Marlene Betlinski, de la Congregación de las Franciscanas Angelinas y una de las representantes de las Superioras Generales, se refirió al Sínodo como un momento de esperanza para el reconocimiento a tantas mujeres que lideran comunidades en la región: “En mi discurso, en el aula del Sínodo, después de hablar, expresando esta experiencia, vinieron varios obispos y sacerdotes, alabando, confiando y diciendo que creen en la presencia de las mujeres en la Iglesia como administradoras parroquiales, realizando los sacramentos que podemos”.

Y la hermana Birgit Weiler, de la Congregación de las Hermanas Misioneras Médicas, en la conferencia de prensa de la quinta jornada del Sínodo, el viernes, 11 de octubre, dijo: “Esperamos ser invitadas para asumir posiciones de liderazgo”, recordando, además, que el ‘Instrumentum laboris’ reconoce que “prácticamente la mayor presencia pastoral está liderada por mujeres en Amazonía”.

La voz de los obispos

También han hecho ruido los testimonios de obispos acerca de la importancia del trabajo misionero que realizan las mujeres en la selva. Como el de monseñor Claudio Hummes, relator del Sínodo y presidente de la Red Eclesial Pan-Amazónica, REPAM, que, refiriéndose a la escucha sinodal, en la Primera Congregación General, hizo notar cómo “siendo hoy muchas las mujeres al frente de las comunidades amazónicas, han reclamado que su servicio sea reconocido y fortalecido mediante la creación de un ministerio para las mujeres que están al frente de las comunidades”.

Y el obispo emérito de Xingu, Brasil, monseñor Erwin Kräutler, repitió en la rueda de prensa realizada después de la Quinta Congregación General, que “dos tercios de las comunidades indígenas en la Amazonía son coordinadas por mujeres. ¿Entonces qué hacemos? Tenemos que hacer cosas concretas y sueñan con el diaconado femenino. ¿Por qué no?”.

A la espera de cambios en esta ‘Ecclesia semper reformanda’

Finalmente, es de esperar que las mujeres sigan haciendo ruido al ocupar el lugar que les corresponde en esta en ‘Ecclesia semper reformanda’. A pesar de las críticas del llamado ‘Círculo y Nuevo Círculo de discípulos de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI’ en el cual militan los cardenales Müller, Burke, Brandmuller y otros enemigos de Francisco que representan la estructura y mentalidad jerárquicas propias de la tradición patriarcal que condicionó las prácticas y doctrinas del cristianismo a lo largo de su historia y está incrustada en sus imaginarios y modelos de relación que justifican por qué se mantiene la exclusión de las mujeres a pesar de la nueva presencia que hace en todos los campos de la vida pública. Nueva presencia que calificó el papa Juan XXIII como un “signo de los tiempos”.

Y mientras hacemos seguimiento a los desarrollos del Sínodo, es posible atrevernos a soñar que en esta ‘Ecclesia semper reformanda’ las mujeres no van a seguir siendo marginadas y excluidas. Esperando que se puedan replantear las formas de ministerialidad eclesial establecidas desde otros contextos, recuperando “aspectos de la Iglesia primitiva cuando respondía a sus necesidades creando los ministerios oportunos (Cf. Hch 6,1-7; 1 Tim 3,1-13)” (IL 129), es decir, “ministerios oficiales” con rostro amazónico como reconocimiento al carisma de liderazgo y servicio de las mujeres al mismo nivel del reconocimiento que se hace del carisma de liderazgo y servicio de los hombres a quienes se confía un ministerios eclesial.