José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

De paseíllos y pasillos


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Casi todos los días estamos contemplando distintos paseíllos no precisamente de toreros por los pasillos del Congreso. Normalmente los protagonistas políticos y los allegados a ellos pasan raudos para entrar no en el ruedo, sino en el hemiciclo (que no cuadrilátero), con una cierta imagen, que percibo de muy ufanos (puedo estar equivocado) y atareados. Ocupados (o aparentando estarlo) por otras obligaciones mientras los micrófonos les abordan insistentemente en busca de una palabra, una información, por breve que sea, que pueda valer para algún titular y noticia. Aunque si el interesado quiere enviar mensajes, se detiene o pronuncia una frase, a veces intuyo que preparada, que pueda ser repicada en los medios. Así de fácil. Atravesar el pasillo es tentador para muchos.



No estaría de más que se pasearan por otros corredores. Por ejemplo, por los pasillos del aeropuerto de Barajas para que, ciertamente con más detenimiento, nuestros representantes de la cosa pública se dejaran preguntar por la constatación del rompimiento de la ley ante el trato dado a los migrantes allí “alojados” estos días de manera tan indignante. Probablemente es más importante que vean y palpen, aunque sea sin preguntas. Porque las condiciones de esos demandantes de asilo no cumplen el respeto y cumplimiento debido a los Derechos Humanos en el aeropuerto.

La situación es grave por las condiciones inhumanas de hacinamiento y carencia de servicios básicos. Sin embargo, la respuesta a esta espera, en lugar de contar con más personal, por ejemplo, para agilizar los plazos la gestión y el acogimiento humanizado, ha sido enviar a policías antidisturbios para actuar en potenciales enfrentamientos y huidas. Algunos así lo hicieron en rocambolescos saltos por distintas ventanas, incluso antes de ser objeto de la medida inaudita de ser enviados a los CIEs como si este establecimiento fuera como una sala temporal externa de acogida. O Una “extensión de las salas de alojamiento de asilo del aeropuerto” en jerga jurídica. Espacios insalubres y reducidos, que cuadriplicaron su capacidad de aforo en las distintas terminales del aeropuerto. Esto ha provocado que empezaran a ocupar también las zonas comunes y pasillos del área internacional.

Tenerife Canarias migrantes

Situación en Canarias

Estamos ante un ejemplo a nivel local de la necesaria e imprescindible coordinación de las personas e instituciones intervinientes en la atención a los emigrantes. Sin contar las Organizaciones civiles u Oenegés que se aplican al caso. Cruz Roja se borró de la lista por lo que observaba en la dejadez de los responsables ante las condiciones de saturación, hacinamiento e insalubridad.

Por ejemplo, la Iglesia apoya espiritualmente sin cerrarse a otros servicios de acompañamiento, “para llevarles comida o lo que necesiten”. O las últimas declaraciones del Secretario General de la CEE que además de señalar la esclavitud de las mafias defiende una actuación que se vea desde una “pluralidad de dimensiones y perspectivas”
Esa visión supone pedir con insistencia responsabilidades claras, de las que a mí se me ocurren, que afectan al menos –entre otros- a cuatro organismos: AENA, Ministerio de Interior/Policía, Ministerio de Migraciones. Y últimamente el Ministerio de Exteriores reclamando a Rabat la exigencia de permiso e implantación de visados de tránsito en los aeropuertos para entrar en el espacio Schengen.

Si esto pasa a nivel tan reducido (unas salas de espera de un aeropuerto), imagínense si sobrevolamos la situación para detectar la visión amplia para la necesaria e imprescindible coordinación. Aspirando a vuelos más altos en las competencias: Estado, Autonomías, Ayuntamientos. Ámbitos europeos y mundiales. Aquí cada gallito quiere sobresalir. Con “micrófonos electorales delante”. O Con medidas identitarias tan propias y peculiares (echando la culpa a los otros) que en muchos casos lo único que hacen es estorbar más que ayudar a los procesos de humanización en el trato y en la facilidad en los procesos de integración. Hablamos de personas.

Pregúntenles a los canarios por lo que –con entrega ejemplar- están sufriendo para atender y derivar a la península a los emigrantes (con menores incluidos) que llegan España a través de su tierra. Pues eso. Menos paseíllos por los pasillos del Congreso y más visita a pie de calle (a ser posible sin micrófonos que asustan) a los que “esperan” también en los pasillos y salas de las terminales de Barajas. Los políticos que pasan y pasean por el Congreso a veces dicen que van al Salón de los “pasos perdidos”. Los emigrantes hacinados en Barajas perciben que sus vidas ya están en ese salón.