Presidente general de JEC

Animar el/con amor


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“El Reino de Dios es como cuando un hombre echa la semilla en su tierra. Mientras duerme o se levanta, de noche y de día, la semilla germina y crece sin que él sepa como” Ezequiel, 17. ¡Qué importante es estar acompañado a lo largo de nuestra vida y que bonito ver como se va sembrando en determinadas personas! El sábado pasado compartí con animadores y animadoras que dan su vida al acompañamiento y escucha a los jóvenes. Entregan su vida a sembrar en ellos y ellas la pasión por el reino de Dios.

“Escuchar la historia de los jóvenes, su vida, sus dificultades, creencias… salir al encuentro”, nos decía Mercedes. Y añadía: “Dejar que nos descoloquen, convertirlos en prioridad. Tenemos que gastar tiempo en los jóvenes, aunque nos cueste”. Yo hoy soy quien soy gracias a tantas personas que salen a mi encuentro y gastan tiempo conmigo.

Animar la militancia

Me gusta la palabra militante, porque significa estar comprometido lo que crees en todos los ámbitos de tu vida. Para animar, es necesario preguntarse primero: ¿cómo es mi militancia?, ¿cómo anda mi espiritualidad?, ¿cómo se hace real mi opción por los pobres? Es importante, para acompañar un grupo de jóvenes, auto cuidarse antes, durante y después de la animación. Sentirse enviado, ofrecer libertad, tener un plan revisable con claves de evangelio y estar en actitud de servicio, participación y compromiso. En la animación se escucha la voz del Espíritu, se la acoge en el corazón y se deja que alcance la vida.

Estos hechos tenemos que sentirlos en lo más hondo de nuestro ser, que nos identifique como seguidores de Jesús. Y, por último, tener claro que esta tarea tiene que ser consecuencia del amor hacia los jóvenes.

El amor en musical

Por otro lado, “la única religión, el único camino, el único mandato será el amor” es la frase que más se repite en ’33 El musical’, una apuesta por la profesionalidad en la música y en la danza, con uno de los mensajes más poderosos de la historia de la humanidad, con el mayor ‘influencer’ de la historia. Un tipo que revolucionó a su gente, que caminó y gasto su tiempo con ellos. Esa revolución que más de un espectador alejado de la Iglesia institucional (que no del mensaje de Jesús) pensaría que está sucediendo, dudando de si a obispos y católicos les gustará airear un coro de ‘apóstolas’ silenciadas a lo largo de la historia, a una María sin mantos azul cielo y aspecto angelical o mensajes de diversidad que algo alejados están de lo conocido.

A la altura (y por encima) de la mayoría de los espectáculos en Madrid, ya era hora de ver aire fresco, modernidad y calidad en la forma de evangelizar. Al fin y al cabo, la religión es la que no oprime, la que pregona el amor en todas sus formas, la de aspecto alegre y colorido, la que no permite abusos en cualquiera de sus vertientes, la que acoge y acepta, la que acompaña y libera. Y el amor es el único que logra todo eso.