Asombro

(José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete– Vitoria-Gasteiz) Asombro me provoca la columna Sin remedio, de D. Fernando Sebastián cuando, en VN, 2.713, al justificar por qué no es compatible la actuación política del Gobierno socialista español con una conciencia cristiana bien formada, tampoco desde el punto de vista “social”, dice que “todas las políticas sociales [de Zapatero] consisten en aumentar las subvenciones”. ¿De verdad se puede decir esto, tal cual? Olviden ustedes a Zapatero, y si les gusta o no, o si están hartos y decepcionados, ¿se puede decir esto? ¿Sin añadidos? Son lugares comunes del neoliberalismo económico más egoísta y acrítico. Y sigue: “El trabajo libera y dignifica. La subvención somete y humilla”. Sí, le entendemos, y tiene razón, pero la tiene si aclara qué trabajo dignifica, es decente, es justo, y cuál no. Y aquí estamos hablando de un trabajo cada vez más injusto e indigno de las persona en mil lugares. “Indecente”, sugiere la Caritas in Veritate. Y de esto debe hablarse si nos referimos al trabajo en concreto. Y la subvención, a veces, es imprescindible y digna, muy digna, y si no que se lo digan a mil proyectos en el Sur y en los barrios del Norte. Y subvención, si alguien recibe aquí subvención, es la empresa y el capital que invierte donde se le compensa con “ayudas”. Y subvenciones sostienen proyectos eclesiales que, tras la denuncia de la injusticia de base, hay que atender. Sé que veinte líneas no dan para nada, pero no se puede quedar de pie a cualquier precio. Paz y bien.

En el nº 2.715 de Vida Nueva.

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