Thanya Maldonado: “Un niño es una vida que Dios bendice”

Beneficiaria de la fundación Red Madre

(Texto: Victoria Lara– Foto: Luis Medina) “Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc 2, 6-7). Thanya Maldonado es una joven peruana de 21 años que encontró su “pesebre” particular en una familia de acogida de la fundación Red Madre, entidad promovida por el Foro Español de la Familia para apoyar a las mujeres embarazadas que se encuentran en una situación difícil. Ella se vio, de la noche a la mañana, sin hogar y sin trabajo. El 3 de marzo de 2008 (asegura que siempre recordará esa fecha) llamó a la puerta de Red Madre: “Lo primero que me dijeron cuando acudí a ellos fue: ‘no estás sola’, y eso, para una mujer embarazada que está en la peor situación, es muy importante”.

Hasta ese día, las cosas no habían sido fáciles para Thanya. Llegó hace algo más de un año a España dejando en Perú a su familia, sus amigos, su novio y una carrera universitaria a medio terminar. En un principio, se alojó en casa de su padre, que vive en Madrid, pero al cabo de un mes, los problemas de entendimiento con él y la esposa de éste hicieron que Thanya se marchara a trabajar como interna en una casa. Fue por esas fechas cuando supo que estaba embarazada. A pesar de que su situación no era fácil, ella lo tuvo claro: decidió apostar por la vida. Otras muchas jóvenes en circunstancias parecidas a la suya optan hoy en día por abortar. De hecho, recuerda cómo en su primera cita con el médico de cabecera, le propusieron contactar con una asistente social para interrumpir el embarazo. “Sabíamos que la situación iba a ser difícil, pero mi madre me había inculcado desde pequeña que un niño es una vida que Dios bendice y que Él hará que se arreglen las cosas”, dice convencida mientras sujeta a su hija, Marbelys Lucía, de cinco meses, en los brazos.

Ella ya conocía la experiencia de dos amigas que habían decidido abortar y con ellas tuvo la oportunidad de ver las dos caras de la moneda: “Una salió del quirófano como si la hubieran matado a ella misma. Tuvo una  depresión y estuvo a base de pastillas. La otra sigue haciendo su vida como si nada”. Thanya cuenta cómo trató de convencerlas para que no dieran ese paso, pero no logró conseguirlo. Ahora ella se alegra de la decisión que tomó en su día y lanza un mensaje a todas las mujeres embarazadas: “Decidan tener a su hijo, porque siempre habrá alguien que las podrá ayudar. Estamos cegados en el dolor, pero el camino tiene mucha luz”.

Pero volvamos al 3 de marzo de 2008. Thanya se queda sin trabajo y su padre le dice que no puede ayudarla, por lo que acude a Red Madre. Al no haber plazas libres en una residencia de jóvenes embarazadas, se le busca una familia de acogida, que ya se ha convertido en su segunda familia: “La misma noche que llegué a la casa ya me trataron como si fuera una más. He estado con ellos durante todo el embarazo e, incluso, me acompañaron al parto. Y hasta hoy”. Asegura que, al principio, lo más importante es el apoyo emocional, aunque también es necesario el material, sobre todo cuando el niño nace. Para ello, Red Madre proporciona ropa que donan algunas personas, además de leche artificial a las madres que no pueden dar leche materna, papillas, cochecitos y, en general, todo lo necesario para el bebé durante los primeros meses. 

El regalo más valioso

Thanya aún no ha hecho planes para las fiestas navideñas, pero afirma que no le gustaría incomodar a su familia de acogida, que tan bien se ha portado con ella, por lo que es probable que esos días los pase junto a unos amigos peruanos. Como todo el mundo, también tiene deseos que le gustaría cumplir en 2009: “Al nuevo año le pido trabajo, pero, sobre todo, fuerzas para poder luchar por mi pequeña”. Y si por pedir fuera, le gustaría poder visitar a su familia, pues prácticamente toda se quedó en Perú y aún no conocen a la niña, incluído el papá de la criatura.

Le preguntamos qué cosas cree que se habría perdido si hubiera decidido no seguir adelante con el embarazo: “Su sonrisa al despertar, o un llanto al querer verme (…) Saber que yo soy su mundo, me hace feliz”. Está claro que esta vez Thanya no va a tener que esperar a la mañana del día de Reyes para tener su regalo, porque tiene el que, para ella, es el más valioso de todos: su pequeña Lucía.

En esencia

Una película: Juno, de Jason Reitman.

Un libro: La fuerza del Sheccid, de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

Una canción: Nuestra promesa, de William Luna.

Un rincón del mundo: mi habitación, en mi casa de Perú.

Un deseo frustrado: vivir con mi padre.

Un recuerdo de la infancia: mi primera pelota.

Una aspiración: terminar la carrera.

Una persona: mi hija.

La última alegría: la sonrisa de mi niña.

La mayor tristeza: estar lejos de mi madre.

Un sueño: formar la familia que tanto deseo.

Un regalo: un billete para Perú.

Un valor: el amor.

Me gustaría que me recordasen por: mi alegría y mi fuerza.

En el nº 2.641 de Vida Nueva.

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