Ambrosio Echebarría, el alma máter de Barbastro Monzón

(M. Á. Malavia) Aunque de origen vizcaíno (Zeberio, 1922), Ambrosio Echebarría Arroita siempre estará unido a la configuración de la contemporánea Iglesia en Barbastro, con un pasado milenario. Hasta el punto de que, tras su fallecimiento en Bilbao el pasado 7 de diciembre, a los 88 años, sus restos mortales reposan ya en la catedral aragonesa, cumpliendo así su deseo expreso. Y es que Echebarría pastoreó la diócesis durante un cuarto de siglo (1974-1999).

Ordenado sacerdote en 1947, en Vitoria, tras una amplia experiencia en el Arzobispado Castrense, fue nombrado obispo de Barbastro, donde transcurriría toda su carrera episcopal. Allí protagonizó su gran hito. En gran parte por su iniciativa, en 1995 nació como una nueva diócesis, recibiendo el nombre de Barbastro-Monzón, tras la incorporación a su territorio de 111 parroquias entonces enclavadas en Lleida. De este modo, con el cumplimiento de una antigua reclamación aragonesa, Echebarría fue su primer obispo. Y el primero en reivindicar los llamados Bienes de la Franja, pertenecientes a las parroquias hasta entonces ilerdenses.

También fue relevante su impulso en la promoción del proceso de beatificación de Ceferino Giménez ‘El Pelé’, el primer gitano elevado a los altares, tras sufrir martirio en 1936. Igualmente, promovió los procesos de beatificación del obispo de Barbastro Florentino Asensio, asesinado en la Guerra Civil, y el de canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. En 1981 creó y dirigió la Pastoral Penitenciaria.

En el nº 2.734 de Vida Nueva.

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