Preparar lo definitivo

(Antonio Mª Calero, SDB-Teólogo salesiano de Sevilla) Hemos asistido en fechas recientes a una aparente confrontación (jaleada de forma superficial e interesada) entre la posición doctrinal de dos Papas acerca del infierno.

Parece mentira que un argumento, tan específicamente cristiano, pueda interesar tanto a una opinión pública más o menos indiferente o directamente descreída frente al tema religioso. ¿Será por aquello de que dos Papas consecutivos se contradigan a tres años de distancia?

Si se cotejan los dos textos, el de Juan Pablo II y el de Benedicto XVI, no sólo no hay contradicción entre ellos, sino una coincidencia total y absoluta. Tanto en un caso como en el otro, la clave de lectura e interpretación del tema del infierno –como el del juicio, purgatorio y gloria– es la misma: la clave personalista. En la teología más reciente se ha pasado, también en la llamada escatología cristiana, de una clave localista a una clave personalista.

El “más allá” de la vida del hombre no hay que interpretarlo como lugar o lugares en los que se va a estar, sino como situaciones en las que se encontrarán las personas cuando crucen la frontera de la existencia en este mundo: ¿estarán en una situación de amor que se purifica y se consolida para siempre? ¿estarán en una situación de egoísmo total que cristaliza haciendo definitivamente infeliz al egoísta?  En el “más allá” ni hay tiempo ni hay lugares: hay situaciones personales definitivas que cada uno va preparando y a veces viviendo a lo largo de su vida terrena.

Nada se improvisa: todo se labra poco a poco. Interpretar la realidad trascendente de la existencia humana desde esta clave personalista tiene consecuencias serias: no sólo para el “más acá” del hombre, sino también para su “más allá”.

Compartir