Un servicio a los enfermos con el corazón en las manos

El pionero Centro San Camilo de Madrid cumple 25 años ‘humanizando’ la salud

(Victoria Lara. Fotos: Luis Medina y Centro San Camilo) Cuando enfermamos, esperamos que quienes nos cuidan sean competentes a nivel técnico, pero esperamos también que sean competentes en la relación con nosotros y en el manejo del mundo de los sentimientos, en la gestión de los conflictos éticos y en el ámbito de nuestras necesidades espirituales”. Este conjunto de cualidades, que apunta José Carlos Bermejo, director del Centro San Camilo de Tres Cantos (Madrid), podría representar el ideal de atención sanitaria para muchas personas, y sin embargo, es lo que lleva haciendo este centro desde hace 25 años. ‘Humanizar’ se ha convertido en un lema para esta institución creada por los religiosos camilos partiendo de uno de los valores de su fundador, san Camilo: “Más corazón en las manos”.

“Tratamos de poner la ‘blandura’ del corazón en lo que hacemos cuando asistimos a las personas que sufren por la dependencia, por la proximidad de la muerte o por haber perdido a un ser querido”, afirma el religioso. El aniversario se celebró el pasado 5 de julio con una Eucaristía, un encuentro educativo y musical con el cantante Migueli y una cena en la que se homenajeó a las personas que han trabajado en el Centro. Lo que nació hace un cuarto de siglo como una residencia asistida se ha convertido en un moderno centro asistencial, que incluye la residencia, un centro de día, una unidad de cuidados paliativos y el servicio de atención a domicilio.

Desde 1989 funciona también el Centro de Humanización de la Salud, pionero en España, con una finalidad clara de “incidir sobre la cultura” y transmitir a la sociedad esos valores de humanización que tratan de poner en práctica día a día con sus pacientes, como asegura el director. Desde allí se imparten cursos de formación orientados al mundo de la salud; se promueven diferentes publicaciones, como la revista Humanizar; se fomenta la investigación; se impulsan diferentes proyectos de cooperación; también está el llamado Centro de Escucha, que ofrece un servicio gratuito de acompañamiento a personas en situaciones difíciles, especialmente a quienes sufren por la pérdida de un ser querido.

La Orden de Ministros de los Enfermos (Religiosos Camilos) -fundada por san Camilo en el siglo XVI- está detrás de todo ello, contando en la actualidad con una comunidad integrada por diez religiosos, entre ellos, Francisco Álvarez, provincial de España y Argentina, aunque la mayoría de trabajadores del Centro son seglares. Álvarez nos cuenta que la congregación religiosa se creó para introducir en el mundo de la salud “las dosis de humanidad, para servir a los enfermos con el amor que tiene una madre a su único hijo enfermo, es decir, por amor, y no por dinero”. Los camilos están presentes en 40 países del mundo, donde tienen casas de acogida para enfermos de sida, leprosarios, hospitales… Durante siglos, la Orden ha trabajado en el campo de la salud, “pero con una doble vertiente: un servicio de humanización y, por otro lado, el servicio a los más pobres”, añade el religioso.

Ese servicio a los más necesitados se cumple en este centro asistencial, en opinión de José Carlos Bermejo, ya que todas las unidades están concertadas con Administraciones Públicas y a ellas pueden acceder las personas con menos recursos. En el caso de la residencia -con 135 plazas-, los usuarios son derivados desde los Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid. Allí, además de tener atendidas sus necesidades más básicas, los residentes cuentan con servicios de fisioterapia, psicología, terapia ocupacional y asistencia espiritual, todo ello de forma gratuita, sin olvidar las actividades de animación, tales como excursiones, cine, bingo o tertulias sobre fútbol, entre otras. El responsable de actividades, Ángel López, explica que los servicios mencionados cubren a todas las personas que se encuentran en el centro asistencial, no sólo a las que están en la residencia: “Un día a la semana se reúne todo el personal del Centro y analizamos en esos encuentros interdisciplinares qué necesidades cognitivas y asistenciales tiene cada persona para asignarle las actividades”, añade.

La unidad de cuidados paliativos -con capacidad para 32 personas- está concertada también con la Comunidad de Madrid y a ella llegan enfermos que se encuentran en la última fase de su vida. “De lo que se trata es de aliviar los síntomas, atender sus necesidades emocionales, espirituales, atender también a sus familias y así intentar que estas personas lleguen a la muerte en las mejores condiciones posibles”. Ésa es, según el director del Centro, la filosofía propia de los cuidados paliativos y lo que se trata de conseguir, día a día, en el San Camilo.

Si hablamos del centro de día, actualmente dispone de 14 plazas, y está concertado con el Ayuntamiento de Tres Cantos para atender durante buena parte de la jornada las necesidades de personas mayores asistidas y dependientes, aunque por la noche regresan a sus casas. En cuanto al servicio de atención a domicilio, 60 cuidadores preparados para atender a personas dependientes prestan su labor en toda la Comunidad de Madrid.

Psicología y espiritualidad

Del Centro de Humanización de la Salud quizá lo más visible sean las actividades de formación y el Centro de Escucha. La particularidad de su área de formación -que imparte cursos de formación profesional, formación para la inserción laboral, formación continua y posgrados universitarios- es que, además de adquirir conocimientos, éstos se empiezan a poner en práctica allí mismo. Por su parte, el Centro de Escucha es un centro de counselling psicológico y de relación de ayuda que atiende, o bien individualmente, o bien en grupos de mutua ayuda, y especialmente en situaciones de duelo, prestando este servicio a unas 300 familias al año. Aquí juegan un papel muy importante los voluntarios (unos 50), pues ellos integran prácticamente en su totalidad el personal que presta ayuda y apoyo a quienes acuden al Centro.

También es fundamental la labor de los voluntarios en las tareas de acompañamiento, tanto de los mayores de la residencia, como de los del centro de día o de los pacientes de la unidad de cuidados paliativos. Es de destacar el importante número de adolescentes (120 aproximadamente) que forman parte de esta red de voluntariado y que suponen un apoyo psicológico muy importante para estas personas.

Cabe detenerse en las necesidades espirituales de los pacientes del Centro San Camilo y de sus familiares. El Servicio de Atención Espiritual es el único que, junto con Medicina y Enfermería, está disponible las 24 horas del día. Xabier Azkoitia es uno de los miembros de este servicio, además del responsable de voluntariado, y nos explica que las necesidades espirituales de una persona no siempre son de tipo religioso, y cuando son religiosas, no siempre son de la confesión católica. Según Azkoitia, que es laico, las necesidades que manifiestan tanto los pacientes como sus familiares suelen variar en función de la fase en la que se encuentren.

En cuidados paliativos, lo que necesitan tanto los enfermos como sus allegados es, fundamentalmente, soporte, ya que “hay personas que han conocido la noticia hace dos o tres años, pero puede haber otras que la han conocido hace una semana”.

En esta unidad, la valoración de esas necesidades espirituales tiene que hacerse muy rápido, debido al reducido tiempo de estancia del paciente. En la residencia, los ritmos son distintos, y las circunstancias también: “Muchas personas se acompañan las unas a las otras. Hay un soporte social interno, con lo cual la soledad queda bastante mitigada”, añade.

Eutanasia y muerte digna

José Carlos Bermejo, doctor en Teología Pastoral Sanitaria y máster en Bioética, opina que, en los últimos años, “bajo el paraguas de la eutanasia, hay mucha gente que dice lo mismo que diríamos cualquier persona que lo que queremos es una muerte digna. Confunden esta palabra con la eutanasia activa, pero esto es un error. Hay personas para las que su vida ya no tiene sentido y sus síntomas son insufribles, y piden asistencia sanitaria para morir. Ésa es la eutanasia; otra cosa es el suicidio asistido, y otra es la muerte digna”. En cuanto al reciente debate suscitado en torno a la participación o no de los sacerdotes en los comités de ética asistencial de los hospitales, Bermejo expone su postura: “Los comités de ética han de ser interdisciplinares, y entre los muchos profesionales que tienen derecho a estar presentes en estos comités están los sacerdotes, agentes de pastoral o miembros de los servicios de asistencia espiritual”.

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