Va a misa

Lo que dice el Papa va a misa. O no tanto, para algunos. Me lo pregunto mientras paseo por los alrededores de San Pedro y creo ver más sintecho que nunca. Quizá porque han aumentado en número. Quizá porque ya no pueden esconderlos. O quizá, porque el Papa no los quiere invisibles. Amigo de los últimos. De los pobres y para los pobres. Los quiere cerca. Que se vean. Tanto que se ha convertido en un empeño de su pontificado. Que tengan duchas en el propio Vaticano.

Que se encuentren con una casa en los aledaños. No tapemos la realidad. No la maquillemos para apartar las periferias de nuestra mirada. No nos anestesiemos. Él lo hace. Pero no sé hasta qué punto estamos respaldando la revolución del servicio. Elimino el plural mayestático. No sé hasta qué punto estoy respaldando la revolución del servicio. Hace poco más de un mes desde los apartamentos pontificios que sólo frecuenta para el ángelus pidió a todas las parroquias y conventos de Europa que alojaran a un refugiados procedentes de una persecución en Oriente Medio que amenaza con acabar con la libertad, con la vida. Hay quienes se han puesto en marcha y han propiciado que sus comunidades sean casas de acogida. La Iglesia, con más capacidad de reacción que los Estados. Pero otros siguen cruzados de brazos. No sólo viendo a los migrantes pasar. Sino viendo al propio Francisco pasar. No quieren creer que esto va con ellos. A algunos curiales –afortunadamente minoría– les sucede esto mismo. Pero se han dado cuenta de que no basta con meter la cabeza bajo tierra hasta que el huracán argentino pase. Porque quizá la tierra que tenían abonada sea ahora diferente. Por eso han pasado a la acción y buscan la manera de desestabilizar. De hacer ruido. Con lo que esté a su alcance. A través de una carta donde cuestionan la colegialidad del Sínodo, el diálogo frente a la añoranza del pensamiento único. A través de un falso tumor cerebral para que, aun desmintiéndolo, sobrevuele la duda de la buena salud mental del Santo Padre. Ruido. Y más ruido para entorpecer. Para torpedear el curso de la asamblea sinodal. Lamentablemente para ellos, Francisco es más rápido. Ágil mentalmente, rápido en las reacciones. Pero, sobre todo, con hilo directo con el Espíritu. Por eso, lo que dice este Papa va a misa. Aunque algunos no quieran.

José Beltrán. Director de Vida Nueva España

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