Faltan políticas agrarias serias

MONSEÑOR LUIS AUGUSTO CASTRO, Arzobispo de Tunja

El año pasado tuvimos unas semanas muy difíciles en Colombia, a causa del paro agrario. Este paro agrario tuvo como centro a la ciudad de Tunja, en donde se entabló un diálogo especial entre representantes del gobierno y los campesinos; estos últimos reunieron comisiones de las diferentes áreas de producción, entre ellas, la papa y la cebolla. El diálogo quiso dar respuesta a una serie de problemas que podrían delimitarse a partir de la letra C.

El primer problema que se trató fue el de los costos de producción agraria. El trabajo de los campesinos se afecta debido a los altos precios de los insumos. Junto con los costos también está el aspecto del comercio, interior y exterior. Los campesinos se dieron cuenta de que vendían su papa a un precio muy bajo en comparación con el precio a partir del cual vendían los grandes almacenes. Les parecía, entonces, una gran injusticia lo que ocurría a nivel de los intermediarios. Después venía todo lo que tiene que ver con el comercio internacional: los tratados de libre comercio han generado una entrada de alimentos al país tan elevada que los campesinos pierden su competencia, es decir, su capacidad de venta. Ellos piden que esto se controle, tanto como debe controlarse el contrabando. Hay naciones como Perú y Ecuador que producen mucha papa. Perú, por ejemplo, tiene más de 400 variedades de papa, con una producción ingente. Debido a que hay un contrabando tan fuerte desde el Perú y desde el Ecuador, crece el perjuicio hacia nuestros campesinos.

Aunque los diálogos estuvieron a punto de romperse en varias ocasiones, después de largas noches fue posible producir un primer documento entre el Gobierno y los campesinos. Diálogos posteriores, en mesas especializadas que trabajaron en Bogotá, han obtenido nuevos acuerdos. Durante la Asamblea del Episcopado le pedí al Presidente ocuparse de los acuerdos señalados a través de distintos documentos. Junto a esto, he querido acceder a una mayor objetividad respecto a lo que se está haciendo, de manera que sea posible informar mejor a los campesinos acerca de cómo están las cosas. De hecho, en Tunja tenemos un observatorio de paz, y en este observatorio de paz hemos incluido un observatorio del problema campesino, para ir viendo si se cumple o no se cumple con todo esto. El presidente recibió un último documento, que se comprometió a tratar con los ministros del Interior y de Agricultura.

El drama del campesinado

La Arquidiócesis de Tunja está buscando apoyar al campesinado, una población que está sufriendo mucho, se está empobreciendo cada vez más y está abandonando el campo. He aquí que aunque tenemos la Universidad Juan de Castellanos, en donde hay ciencias agrarias y se le ofrece subsidio a quienes quieren estudiar, casi no hay estudiantes. El drama del campesinado es que los jóvenes de hoy dicen: “no seamos tan tontos de meternos en esa área”. Sin embargo, el campo es la despensa del país y no se puede abandonar. Faltan políticas agrarias serias. Precisamente, es a este nivel nuestra búsqueda; a este nivel esperamos que se actúe cuanto antes para beneficio de una población que trabaja mucho, sufre mucho y que, a Dios gracias, cree mucho, porque toda su vida la pone en manos de Dios para salir adelante de esta situación.

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