Editorial

Los ojos y oídos cerrados

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Los que gritaban: “No con mis impuestos” para protestar por la visita del papa Benedicto XVI a Madrid, estaban en su derecho, pero no más que los que sin gritarlo, asentían serenamente: “Sí, con mis impuestos”. Porque en España no pagan impuestos solamente los que rechazan al Papa. También los que lo recibieron…

La prensa comercial en España y en Colombia le hizo más eco a los del NO, pareció ignorar a los del SI y dejó la idea de que el gobierno había dilapidado millonadas en la visita papal. Pero bastaba hacer un análisis elemental de las cifras, como se estila en el periodismo que no traga entero, para encontrar que lo de los “altos costos” era más apariencia que realidad. Aún antes del análisis las preguntas se multiplicaban: ¿las visitas usuales de los jefes de Estado, se hacen sin costos? Sin embargo, un jefe de Estado de visita en España o en cualquier país del mundo, demanda seguridad. Y esto genera costos. ¿Hay protesta por esos costos cuando un jefe de Estado visita a España? ¿Protestó alguien por el costo de la visita del presidente Santos a España?
A los visitantes y a su séquito se los aloja por cuenta del gobierno anfitrión y nadie protesta porque es un gesto elemental de hospitalidad y cortesía. Nadie sale a decir: “No con mis impuestos”.
El cálculo del costo de los hospedajes de los jóvenes de la JMJ en colegios es un dato teórico que, sin embargo, la prensa hizo valer como un costo real, al que se sumaron las rebajas en los pasajes de metro, autorizados como gesto de acogida hacia los visitantes; la prensa sin embargo, contabilizó como gasto lo que había sido una reducción en los ingresos del metro.
Al acoger esa contabilidad la prensa se hizo eco del mal humor de las asociaciones laicas que se oponían a la visita papal y a la JMJ. Por eso dieron por hecho el despilfarro de 100 millones de euros como parte de los polémicos privilegios concedidos a la Iglesia por un gobierno laico.
Concentrados en esa denuncia invisibilizaron la JMJ, hicieron caso omiso de la presencia y los derechos de la feligresía española que recibió al Papa, le restaron importancia al hecho social y político que representaron la visita papal y la concentración de jóvenes de todo el mundo.
Es comprensible que las asociaciones laicas volvieran los ojos al otro lado o manifestaran su protesta con gritos o afiches; lo que resulta incomprensible a inaceptable es que la prensa teniendo ojos no vea, teniendo oídos no oiga y presumiendo de libre se deje atar por el prejuicio. Porque hubo más prejuicio que información en España y en Colombia. VNC