“A este mundo nadie llega solo. Nacemos en una comunidad de afecto que nos recibe con alegría y nos acompaña en nuestro crecimiento. Así iniciamos una vida abierta, sin definir, llena de posibilidades. Hay quienes nacen con el sol de cara, en un entorno rico en estímulos, otros no tienen tanta suerte; algunos aprovechan mejor las oportunidades que tienen, otros no tanto. Es la parábola de los talentos. Algunas vidas son públicas, relevantes socialmente; otras son ocultas, anónimas, pero no por eso menos valiosas. Lo importante es si vivimos para nosotros mismos o si vivimos para los demás. Este es el mensaje central del cristianismo”. Así ha comenzado Joseba Segura, obispo de Bilbao, su homilía durante el funeral del ex lehendakari vasco José Antonio Ardanza, fallecido este lunes a los 82 años.
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“Si se tiene responsabilidad pública, es imprescindible ser obediente y aparecer como ejemplo”, ha recordado Segura en la Basílica de la Purísima Concepción en la localidad vizcaína de Elorrio. En este sentido, ha subrayado que “José Antonio nació y creció dentro de una cultura cristiana. Allí, la fuente de muchos valores que han guiado, orientado y encaminado su vida”.
Servicio público
Durante su intervención, el obispo ha dado “gracias a Dios por la influencia que ha tenido José Antonio en la comprensión del servicio público”, siempre “buscando el bien de todos”, actuando “sin prejuicios”. Además, ha destacado su labor como “constructor de puentes”, la cual “es la actitud necesaria en una cultura democrática”.
“Y damos gracias a Dios porque, al hacer política, tuvo una base fuerte y firme: el respeto a la vida, el vivir la vida…”, ha añadido Segura. Y es que hoy, “superada la violencia de ETA, existen graves amenazas contra la vida humana. Las hay y las habrá. Por eso necesitamos gente brillante y con ojos agudos”.
