El ‘McDonald’s’ católico existe: lo impulsa una monja y está en Frankfurt

La religiosa Bettina Rupp ha reorientado su misión y acaba de abrir una tienda de patatas fritas

La religiosa Bettina Rupp acaba de abrir una tienda de patatas fritas en una iglesia de Frankfurt en Alemania, la dedicada al Santo Apóstol. Esta es su nueva misión, crear un espacio pastoral nuevo desde una caravana que ofrece una nueva forma de acogida. La monja de 57 años es asistente social dentro de un equipo multiprofesional ubicado en la parroquia de San Bonifacio de Fráncfort, donde está el templo en el que tiene su puesto.



Espacios para compartir

La religiosa que forma parte de las misioneras de Steyler vive en la zona con otras cinco hermanas desde 2016 atendiendo un templo mientras el párroco atiende muchas otras zonas de la periferia. En el templo hay unas cuantas mesas de cerveza decoradas con mucho cariño, según recoge katholisch.de. Junto a ellas hay una cafetería como espacio de acogida y una tienda de ropa de segunda mano cuyo material se guarda en el almacén del órgano de la iglesia. “Sólo una vez, al principio, cuando empezamos aquí, dos feligreses mayores se marcharon en señal de protesta durante un desfile de moda en el salón de la iglesia”, señala una de las monjas.

“Queremos crear momentos de encuentro entre los que tienen menos y los que tienen mucho”, relata Bettina Rupp. “Aquí disfrutamos de la libertad de probar algo en la Iglesia, de abrirla e invitar a personas de distintos orígenes”, señala. Por eso cuentan con lo que llaman el “Frigorífico abierto” que está lleno de alimentos donados. “No sólo compartimos entre nosotros la abundancia de la sociedad, sino que la valoramos justamente”, explica.

Ya en el exterior de la iglesia hay una peluquería móvil gratuita y en la comunidad las hermanas ofrecen un refugio a mujeres en situaciones de emergencia aguda. En su cocina se preparan patatas y salsas para la tienda de patatas fritas. Cada noche se procesan y consumen unos 30 kilos de patatas ecológicas de la región. “Eso son 100 bolsas de patatas fritas y muchas conversaciones estupendas”, señala la misionera que bromea comentando que para algunos “aquí somos simplemente las hermanas de las patatas fritas de Fráncfort”.

Noticias relacionadas
Compartir